Un cuento sinaloense

Noticia de última hora

“Música banda en Mazatlán: Municipio y músicos acuerdan horarios para tocar en la playa”.

Carito repasaba en su mente lo que iba a decirles mientras esperaba afuera a los músicos que estaban en reunión con los del municipio.

Cuando salieron, corrió lo más rápido que pudo y se acercó al que le pareció que estaba menos enojado.

Él escuchaba con atención cada palabra que ella le decía mientras le daba un codazo a los compañeros que tenía a su lado para que pusieran atención, pronto, un gran círculo de músicos espectadores se formó alrededor de la niña. Entre carcajadas, le preguntaron si era temporal o para siempre. Ella respondió que era cosa de unos meses. Un poco incrédulos, pero conformes con eso, le agradecieron, le dieron unos billetes y se fue.

A los pocos días, Carito se paseaba afuera de los hoteles lujosos con una canasta y una cartulina verde fosforescente que tenía escrito: Tapones canceladores de ruido, con extra cancelación, oferta 2×1. Poco a poco la gente se empezó a acercar. La mayoría eran extranjeros de la tercera edad.

Más tarde, a la hora en que suena El Sinaloense en todas partes, los turistas empezaron a sacar discretamente sus tapones extra canceladores de ruido y se los pusieron. Sin darse cuenta, los tapones fueron encogiéndose y poco a poco se hundieron  en sus oídos hasta llegar a su cerebro. Carito, desde su casa, activó los tapones para que se encendieran al final de sus vacaciones cada vez que ellos quisieran descansar, dormir o leer y sonara en su cabeza toda una playlist de música de banda.

1 comentario

  1. Felicitaciones a Tabitha. Sus letras guardan el amor al folklor mexicano. Su final es ingenioso y mágico!!!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *