Mientras un señor se comía un sándwich

“Así combatieron los héroes, tranquilo el admirable corazón, violenta la
espada, resignados a matar y a morir”
Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan.

Donde convergen las calles de Santacilia y Luis Inclán se encuentra una cafetería. Camilo, barista colombiano, estudió en la Escuela de Café Alcalá en la ciudad de Bogotá. El año pasado llegó a México con la esperanza de compartir sus conocimientos, técnicas y creaciones relacionadas con la bebida representante de su patria. Casi de inmediato encontró trabajo en una nueva cafetería. Recientemente introdujeron los desayunos. Los sándwiches se han convertido en un atractivo para los vecinos de la zona.


&


El aspecto de Pedro es de un fulano avejentado, sus hermanas, Lupe y Dalia viven con él. Son dos solteronas (aunque Dalia sí se casó alguna vez), juntos —los tres— trabajan en su propio negocio de venta de pollo en la colonia.
Pedro camina despacio. Parece perdido. Su andar es errático, como despistado; utiliza aparatos para escuchar en cada oreja. Nació en Veracruz y desde los cinco años le detectaron un tipo de sordera. En los setentas migró junto con sus hermanas a la ciudad de Puebla, ahí vivieron poco más de 10 años. Posteriormente llegaron al Estado de México; se asentaron en Chalco y después migraron a la gran ciudad. Los días que no abren la pollería Pedro sale a caminar por las calles de la colonia. Hace poco descubrió los sándwiches y se ha vuelto un cliente recurrente. A él no le gusta el café, prefiere Pepsi.


&


La tarde de ayer sucedió un hecho que puso a la colonia en las pantallas de los noticieros, las primeras planas de diarios locales y de algunos nacionales. Intentaron matar a uno de los aspirantes al gobierno de la CDMX. La noticia tomó relevancia.
La reportera que firma la nota publicada en Alerta México, asegura haber estado en el lugar de los hechos:
Al filo de la una treinta de la tarde, un convoy de cinco motocicletas arribaron a las inmediaciones de la cafetería Unacanny. Los ruidos de los motores se escucharon por toda la calle Santacilia; en el corazón de la colonia Iztaccíhuatl. Uno de los motociclistas, de no más de 20 años de edad, descendió de una de las motos para interceptar al candidato Ramos Parker en el momento en que salía del establecimiento. El pistolero percutió su arma en tres ocasiones, pero un transeúnte se arrojó contra el sicario llevándolo al suelo. Ese movimiento salvó de la muerte al político; los proyectiles le dejaron heridas leves. Inmediatamente después los motociclistas abandonaron la escena del crimen, dejando a su paso una estela de ruido y confusión. El personal de la cafetería llamó a los servicios de emergencia. En pocos minutos se apersonaron elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que auxiliaron al diputado con licencia. La ambulancia tardó unos minutos en llegar. Los paramédicos asistieron al político y al héroe anónimo. Ramos Parker se mostró sorprendido por el atentado. “Yo no tengo enemigos, tengo las manos limpias” declaró dentro de la ambulancia cuando recibía las primeras atenciones. Ambos fueron trasladados a un hospital privado del sur de la ciudad. Las lesiones recibidas por Ramos Parker no son de gravedad. Entre los testigos del atentado se encontraba Octaviano Madero Salinas, ex líder de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas. Los elementos del cuadrante: Felipe Rangel y Leonardo Salazar afirman que la colonia Iztaccíhuatl es una colonia muy tranquila y en general toda la delegación Benito Juárez. La reportera que esto escribe sólo sufrió un incremento en sus pulsaciones cardiacas. Seguiremos informando. Ary Ledesma, reportera.
Los hechos narrados por la reportera del Alerta México describen el caos; los ruidos de motores; el chirriar de los neumáticos y las detonaciones del arma de fuego. Por unos minutos el miedo se apoderó de vecinos, comensales y trabajadores que corrieron a refugiarse. Locales comerciales bajaron sus cortinas y suspendieron el resto de la jornada. Cuando sonó el primer disparo, Camilo limpiaba la máquina de café y de inmediato se protegió detrás de la barra. Pedro, inmutable sobre la banqueta, disfrutaba el sándwich.

2 comentarios

  1. Felicitaciones Migue Angel. Hacer vibrar los sentidos con algo cotidiano, no es poca cosa. Hacer supurar a las glándulas salivales te obliga a pasar saliva o acompañar a Pedro a comerse un sandwich!!!

    1. Son ricos los sándwiches de ahí. Saludos, Martita.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *