Una voz abandonada

Estuve así.
En las habitaciones temblorosas del delirio.
En el valle sin sosiego de la desesperanza.
Entre parásitos envilecidos y cobardes.
Atontado ingenuamente por enamoramientos ridículos.

Nací con una voz abandonada.
Y aunque este mundo me aturde
en todo mi esqueleto hay algo real.

Como pétalos quebrados mi antigua alegría.
Cada miedo, cada pudor nos pone una máscara.
Lo más hermoso tiene aroma femenino.

Día tras día veo mi piel desgastándose
y no importa
(la vejez es un portal, es otro reino)

Estuve así.
Errante, oyendo mi tristeza como un himno.
Perdido en paraísos de hipocampos como en la fantasía de un niño.
Viviendo con dolor y dignidad como un zafiro incendiándose.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *