Duerpetón

…Otra chica no habrá,
creo, jamás,
viendo la luz del sol,
que se pueda decir
que en su saber
se te parezca a ti…
Safo

Cuando la conoció, la cercanía de sus mejillas alborotaban el nido alojado en su cabeza.
Jamás había sentido la calidez de un tacto nervioso, se convirtió en su amante, la única que
gozaba el arrullo siseante de sus cabellos.

Medusa entendió los designios de Atenea, no era una maldición la que le hubiera proferido,
por el contrario, la estaba protegiendo de futuros ataques, y a la vez le había otorgado el
regalo más preciado, el amor de quien solo ve con el corazón, alguien que solo conoce
senderos de oscuridad, incluso más sombríos que los de su propio hogar en el inframundo,
pero a la vez, capaz de reflejar el sol con su sonrisa.

Medusa amó a aquella criatura que hablaba con el lenguaje del tacto, describía el mundo
con sus manos, y recitaba odas a la belleza sobre su cuerpo, juntas habitaban un universo
ajeno al mortal.

Cuando la gorgona fue ultimada, quisieron las diosas que esas almas se abrazaran en lo
eterno y que su unión se proyectara en una nueva constelación “Duerpetón” y que ahora,
miles de años después, la serpiente circular que comienza y termina con dos cabezas
mirándose fijamente, sea un recordatorio que en la vastedad estelar, existe un amor que
logró trascender tiempo y espacio.

3 comentarios

  1. Excelente narración. Breve, interesante. “El amor que quien sólo se ve con el corazón ” Hermoso el amor que trasciende en el tiempo. Gracias, Karla. Felicidades

    1. Muchas gracias por tus amables comentarios Rosa Aurora. Saludos

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