Cuando era niña mi abuelita cuidaba mis cosas. Ella me las daba y me las quitaba, pero para guardarlas, decía. Para que no se fueran a perder. Sus joyas eran de otra época. Nunca había trabajado. Llegaron a ella como obsequio. Mi papá se las había regalado todas. Tenían las piedritas más preciosas del condado. Él no le traía destapadores, imanes o playeras de “Yo estuve en Praga”, no. Él le traía adornos finos, y esencias, no perfumes.
No sé de dónde era una cadena con una manzanita azul. Era un dije enorme como la yema de uno de mis dedos de 4 años. Tenía el contorno y el palito de la fruta color dorado. Fue un regalo prestado. O quizá si me lo dio y nunca me lo guardó. O tal vez lo soñé todo.
Me sentí azul con la cadenita puesta. A cada rato me veía el pecho. Así andaba por toda la casa. Subía las escaleras, bajaba corriendo, veía mi cuento de la cenicienta 3D, brincaba en la cama, le ayudaba a mi papá a recoger las hojas del patio, exprimía ropa en el rodillito de la lavadora, veía “El espacio de cositas” en la televisión, hacía siestas, construía casas y resbaladillas con los cojines de la sala, jugaba con mi primo, entrábamos a la alberca, nos escondíamos debajo del comedor y del piano, pensaba que el tiempo rápido era lento…
A veces, si dejamos de ver algo, deja de existir. Tal vez eso sucedió. Dejé de ver mi libro 3D de la cenicienta y mi pecho con la manzanita azul. Zaz qué triste. Por años guardé silencio, mejor que una tumba. Quise pensar que mi abuelita me quitó la cadena al anochecer. Los días y los objetos valiosos siempre tienen un final. Nunca me atreví a preguntarle. Mi mamá dijo no haberla visto ni cuando la traía puesta. La incertidumbre cortaba. Por ahí de los doce años vi un cuento en el canal Once. Era sobre un agujero negro a donde se iban los pares de calcetines que nunca aparecían. En mi casa seguro había más de uno.
¿Y cuando se van las personas al más allá? no hay agujero, hay túnel. Cuando mi abuelita murió y escombramos su cuarto, tenía mucha curiosidad por desenredar los trocitos de papel de baño en su alhajero. Saber qué cositas envolvía. Encontrar qué objetos atesoraba. Fueron varios días intensivos de búsquedas funestas. A mi me daba miedo hacerla enojar, sentía que iba a regresar a espantarnos. A mi papá de repente le brotaba el llanto. Tenía los cajones repletos de pijamas de franela nuevas. Colecciones minimalistas y heterogéneas en su máquina de coser. La verdad yo no quería saber qué más había. Solo me interesaba una cosa. Me aparecía y desaparecía de aquella faena. Mi mamá guardó todas las alhajas para cuando creciéramos. Nunca hubo esa frutilla entre las joyas de la abuela.
Rosa Elsa Sánchez Villegas nació en Cuernavaca, Mor. México en 1984.
Estudió la Maestría en Creación Artística en el Centro Morelense de las Artes, y es diplomada en Arte y Género de la misma institución. Estudia el diplomado de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores Ricardo Garibay en Cuernavaca, Morelos. Es maestra en Ciencias de la Salud por el Instituto Nacional de Salud Pública. Ha sido gestora cultural del Festival Internacional de Poesía y Arte Grito de Mujer de 2019 a la fecha. Participó en la exposición colectiva “Caleidoscópicas” en la galería del paraíso del café en Cuernavaca, Mor. En 2020 publicó dos ensayos: “La imagen y su reflejo”, “Amor, construcción del ser, tiempo”; una animación con el mismo título; el libro de artista “Habitando en tiempos de Covid” y la obra de videoarte “Deseo” en la “Bitácora de un corredor en el encierro” del Centro Morelense de las Artes. En el mismo año expuso las piezas “El corazón casa” y “El corazón casa de la artista” en la exposición Mujeres proCreando Arte en el Museo Arte Presente. Participó con una fotografía de la serie “Habitantas” en el proyecto “Diarias Global” de Lorena Wolffer. La fotografía fue publicada en la portada de la página del MUAC.
Participó en la antología de cuento “Mundos Inventados” publicado en 2021, del Fondo Editorial del Estado de Morelos y en la revista digital “Letras insomnes” en 2020. En noviembre de ese año, participó en la organización y como tallerista de “Cartas que danzan”, un proyecto cultural multidisciplinario ganador de la convocatoria Correr con Lobas, de la Dirección General de Promoción para la Paz de la Secretaría de Turismo y Cultura de Morelos, a través del fondo Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura AIEC. Realizó talleres de creación artística con bordado, en la Instancia de la Mujer en Jiutepec en 2021, en el que se abordaron reflexiones en torno a cómo habitamos las mujeres.
Actualmente se encuentra impartiendo una laboratoria de arte textil en “Ollin estudio de danza y experimentación artística”, de enero 2022 a la fecha, en colaboración con Gris Botello, en Cuernavaca, Mor.
Este ya lo había leído pero disfrute leerlo de nuevo. 😍💘