La película más extraña de la década

En año 1962 en centro de París sobre la avenida Avenida Montaingne. se encontraba un conocido café de nombre Blue intense.  En el interior de una de sus salas se ubicaba una cineteca, con 40 butacas. El recinto estaba a disposición de directores independientes o estudiantes de cine que prometían proyectos innovadores. Dicha década fue un intento de transgresión en todos los territorios del arte, siempre como fin último ir más allá de las fronteras impuestas por las formas establecidas.

El cine no estuvo ausente en aquel festín de cambios. Siendo el director más exitoso en romper formas tradicionales Igman Bergman.

Un invierno del 62 un realizador de nombre Bastian anunció la exhibición de una película, de la que expresó, marcaría un antes y un después en la historia del séptimo arte, además que los espectadores podrían conocer una dimensión, que por si sola la conciencia no podía ofrecer. La película no fue titulada y tampoco se le realizó un cartel. Para que el espectador entrara sin una idea preconcebida. En días previos a su exhibición personal del café Blue intense se referían a la cinta únicamente como la película Extraña.

Llegó el día de la exhibición un viernes de noviembre algunos minutos después de las nueve de la noche, se apagaron las luces en la cineteca y el carrete se puso en movimiento.  

Según testimonios, la cinta fue vista por cuarenta cinéfilos y media docena de personas que trabajaron en su realización. Al término de la función, el director Bastián tomó los ocho rollos de celuloide, caminó hasta el rio Sena y aventó la única copia a las frías y oscuras aguas. Horas más tarde le diría a un reportero que frecuentaba el café “el mundo no está preparado para una película como ésta”

Los pocos espectadores se perdieron en el anonimato, los actores e involucrados no emitieron opinión alguna y otros aseguraron que la cinta nunca se realizó. Dichos ostracismos y el trágico final de la película en el fondo de Sena. Dio lugar a oscuras teorías y cubrió la película en un halo de misterio. Se dijo que Bastián había filmado una misa negra real y que en la proyección se podía ver demonios que llamaban por su nombre al espectador. Otros aseguraban que la trama se mostraba un cadáver sobre una elegante mesa y la filmación continuaba con horrendas escenas de canibalismos realizada por un grupo de comensales. Mentes no menos curiosas aseguraron que la pantalla mostró una grotesca orgia que hubiera echo sonrojar al propio Márquez de Sade.

Tiempo después, la trama de la película dejo de ser una intriga, pero el anterior protagonismo lo ocupo la historia que recaía sobre la filmación. En un quinto aniversario de proyección de “la película Extraña” en el café Blue intense un técnico que trabajó en la edición del film dijo: “Bastián dio la orden que todos los involucrados en el film lo haría bajo efecto de drogas psicodélicas en especial la conocida como LSD. El guionista, los camarógrafos, actores, todos los que tuvieron un rol artístico incluyéndose él mismo. El resultado fue fatal, nada tenía sentido, era como una obra escolar donde cada niño hacia lo que le diera la gana, no puedo decir por donde iba trama porque no la había. La decisión de haber arrojado la única copia al Sena fue muy atinada”

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