Amanecer

Despertar es una arcada y un espanto,
otra vez,
los perros de oníricos hocicos
vinieron a morder mi cara,
imploré, plañí,
y fui hombre, elefante y rata,
ladré, barrité y lloré
y su silencio fue sentencia.

Hoy no quise correr las cortinas,
y darle los buenos días al mundo,
lo maldije desde mi cama,
con la rabia como único grimorio,
sin clavículas ni conjuros,
sólo con la fuerza de mi tráquea
y la ira de mi vino,
con la que también maldije al mar,
con la misma fuerza que se ama.

Hoy no atendí las demandas de la puerta,
no estuve para hermanos con beso de cobre,
ni para la melancolía de antiguos templos.
Hoy se revolcó la bilis negra
porque manos le hicieron falta
para doblegar a la perrera de la noche,
yo le sonreí,
traigo las correas a manos hienas.

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