DESTELLOS EN LA PIEL
Duraznos.
Un brote de nacimientos, de nuevos sentidos:
Intensidad,
tonalidades
piel de manzana en mi tacto.
Recorro tu cuerpo con la lengua del deseo, vehemente,
las luces destellan en tu aurora boreal;
de súbito se nubla
pero nosotros nos encendemos adentro,
en la fogata que resucita,
comunión,
divino encuentro;
mis manos hablan
en un silencio de almohadas excitadas
que besan entre la agitación de estos mares embelesados
de pinturas porteñas, obras naturales de los cuerpos y sus extensiones mudas y estáticas.
LUZ DE SENOS EN EL MAR
La herencia de esta sed
se la debo a mis abuelos marineros:
Ellos me trajeron aquí
y me dejaron con esta sed de lunas insaciable.
En este mar miré por vez primera
en esplendor,
el vuelo de un ave, (no recuerdo si eran
las gaviotas o
los pelícanos)
pero me acuerdo que quise leer sus huellas en el aire:
Entender su mirada.
Sólo quedó en el aire mi tacto enmudecido.
Todo es origen:
Y todo es final.
Naturaleza paradójica: exótica en sus deseos:
Desarrollé el ojo a través de la arena,
la manta celeste fue mi cómplice
y los cerros colorados del Tecolote y Balandra:
en aquel entonces, y ahora mismo
el agua
toma forma y sentido.
OJOS AL VUELO
Una mujer, cigarros, quizás libros,
es lo único que necesito para continuar
pregonando la temperatura de los días
-el pulso de las ondas-
sean desérticos, selváticos o marinos.
Aborto a las modas y los lugares poéticos donde el exhibicionismo termina por
encarcelarnos,
prefiero cantar en la cubierta del barco
sin Destino y que el viento choque insistente
en la ausencia de las anclas.
Una dinámica de agua revoloteando siempre
en el ambiente que abre las estaciones de los jueves:
Delfines brincando sobre los ojos de las cachoras;
bosques escondidos en la plenitud
de las yucas;
escorpiones dormitando en los senos
de una sirena:
una estrella transfigurada en pueblo luminoso:
es la ruta hacia la casa de los escombros;
hemos construido mil techos de estrellas con tus mármoles.
DEL MISMO POLVO ESTELAR SOMOS
Horas,
espacios,
movimiento,
letanías,
fósiles,
letargos.
Días, esferas:
Es lo mismo.
Pasan…siguen pasando frente a nosotros los que quedamos aquí: no sé si ellos son los que
se fueron o nosotros.
Ellos:
Juan, José Emilio, Marco, Sergio, Félix, Federico:
encontrándose en la palabra infinita de los astros,
durmiendo las siestas de los faunos, cantando en los mares de la palabra, hacia las travesías
del alma: recorrido fantasma;
alegorías matutinas.
Día a día.
Sabía que vendrías, sombra hipnótica.
Sabía que andabas por aquí.
No sabía cuándo
pero sabía.
Las noches huelen a ti.
Estas líneas tienen algo de eléctrico en su ilusión amarilla de una simple nota.
La vida aquí es más grande que la ausencia. La fiesta sigue y sigue.
Camino luminosamente entre la ciénaga.

Julio César Félix. (Navolato, Sinaloa, México 1975). Vive en Coahuila desde el 2004. Estudió Letras Hispánicas en la UNAM, en cuyo Centro Universitario de Teatro impartió las materias de Lengua Española e Historia de las Ideas. Es autor de los libros de poesía De noche los amores son pardos (Fondo Editorial Tierra Adentro, México, 1999), Al sur de tu silencio (Dirección Municipal de Cultura de Torreón, colección Centenario, Torreón, 2005), De lagos, lagunas y otras danzas (Crunch editores, Mexicali/ Carolina del Norte, 2006), Desierto blues (Icocult/Conaculta, Saltillo, 2007, colección La Fragua), Imaginario de voces (Colibrí, col. As de oros, México, 2008), Mis ojos el fuego (UAdeC, colección Escritores Coahuilenses del Siglo XXI, tercera serie, Saltillo, 2010), En el Norte ya no hay playas (Andraval ediciones, colección Palabras del Humaya, Culiacán, 2011), Laguna´s Night Club. Antología personal (SEC-Coahuila, col. Arena de Poesía, Saltillo, 2013) y Nacimos irritilas en el acuario del mundo (Andraval ediciones, col. Punto Luminoso, Culiacán, 2013). Ganador de los juegos florales de La Paz (2004). Fue editor y director de la revista de literatura y crítica cultural Acequias de la Universidad Iberoamericana Torreón (2006-2015).