Señora Tiotimolina

Tiotimolina, señora de todos los tiempos conjugados en el verbo de vivir: 
Dame un beso de luz. Enciende el agua que soy. Multiplícame en todas mis versiones para ver mis prefantasmas del futuro y las sombras que dejé sin su persona. 

Estoy recostada en esta silla blanca de la espera. que se abre a mi cuerpo con su higiene de hospital y me invita a dormir el peligro de tu sueño.

Tiotimolina, mar, madre de todas las sustancias:
No sé si estoy siendo pensada por ti pero veo mis huesos picados por el tiempo y apilados en el gesto de la leña. Me veo futura hablando con mi hermana mayor de pequeña y también la veo a ella contando los segundos con su ábaco encima de mi tumba. Veo a un hombre sentado en una silla y la silla le está mordiendo la pierna. Hay un poema que me mira con las letras atadas como momias. Reclama ser mío. 

Tiotimolina, ahora observo cómo una hormiga carga el mundo 

en su odre 

y venero esa luz que le nace desde adentro. 

Estoy verdeando sobre el pasto y es 2061 noche arriba mientras pasa un papalote: su nombre es Halley. 

El día donde nací tiene un olor a lodo, huele a petricor y a humo de eucalipto. 

Tiotimolina, también hay tantas cosas que me asustan.

Me asusta, por ejemplo, dejar pasar las cosas importantes:

no sé si este segundo iba a convertirse en un recuerdo 

y lo dejé morir, olvidándolo como se olvidan las llaves de la casa y los nombres de los desconocidos. Y sin mirarlo, lo hice sombra. 

La espalda fue todo lo que pude darle. 

Sueño cabezas que sobrevuelan Cuernavaca, 

balas que agujerean la noche de los pueblos,

pero también hay río, caudal donde se encuentran las muchachas 

para amarse entre lo limpio.

Ahora cargo con mis nadies. 

Subo por las escaleras de los treinta años 

Llevo a rastras un puñado de flores.

Son las flores que nutrí de muerta 

Qué son ellas ahora, mis nadies, 

materia desvanecida en palabras.

Señora Tiotimolina:

Tengo miedo del instante.

Este que ahora mismo acaba de morir en mis labios. Este otro que renace en tu lomo tornasol y salpica la pared.

Yo vi también la tierra temblar al unísono con el último latido de mi padre, y vi una oscura casa a su cobijo aquella noche en la que yo no estuve. Vi a mi madre amamantándome y ofreciendo la tersura de su piel y esa sangre blanca y caliente para que mis huesos fueran fuertes.

Espera, 

ahora escucho una voz que narra mi vida. 

La escucho y tengo miedo de ser alguien más viviendo por mí 

en el dobladillo del tiempo, en un envés de mundo en donde todo es más brillante que ahora.

Tiotimolina:

Estoy celosa de ti, de tu anticipación y de tu tacto, de tus colores que huelen a gel y a diamantina, y de tu átomo de tiempo fundamental y de tu certidumbre.

¿Qué hay para mí, tiotimolina?

¿Qué hay para nosotros?

Hace mucho tiempo que camino sobre los páramos de la memoria. 

Montañas atrás nació esta tristeza. Ahí el sol es de lava, también entre la noche y nos calentamos los fantasmas con breña, ramaje y ocochal. 

Y nos manchamos la boca con esta lluvia negra de capulines cayendo sobre el cielo de una sábana láctea, 

como la vía 

de mi corazón de vórtice.

Tiotimolina:

Tengo un recuerdo y me parece que no es mío, ¿puedes verlo? Recíbelo. 

Un recuerdo viene a mí de alguna parte lluviosa, como el bosque donde nace esta escritura.

Tiotimolina:

Dime, ahora tú que me sucedes, ¿qué ves en el galope de mi sangre? 

Mis lágrimas están ebrias de ti..

Estoy cansada

llorando de ver.

Toma, te regalo mis recuerdos. No quiero esta urdimbre. Te los cambio por un vaso de silencio, morfina y frutas nuevas. Todo esto me palpita en las papilas tan solo con pensarte en la punta de mi lengua. A veces hay cansancio en el ruido de la mente. A veces hay ruido en las imágenes cuando cierro los ojos. Ruido como tierra en grano. O como la estática de una radio en medio del espacio abierto, ojo astronómico que renueva sus nebulosas en cada parpadeo y nos transmite el vértigo de verlo todo concentrado en tu átomo. 

Tiotimolina. ¿qué somos sin ti? 

Animales de tiempo.

La quijada de la noche es mansedad.

Quitarnos los husos y las manecillas es desmembrarnos el norte y los sentidos de vivir. 

Por eso, te niego toda entera con la fuerza de mi oleaje 

aunque digas bébeme.

Te alejo aunque te empeñes en disolverte y mostrarme cosas que no entiendo,

 aunque  me fosforezcas las puntas de los dedos y te arrojes a mí como un amante. 

Tiotimolina:

Te encierro en el frasco de lo prohibido porque eres tanto…

Sin tiempo o en su simultaneidad, ¿qué somos los humanos?

Un trasplante de nada, 

un cuerpo sin historia, 

desmemoriada piel.

1 comentario

  1. Lo disfrute muchísimo ahora que lo leí por segunda vez. Lo leo e imagino algunas de las piezas de arte de la expo y también le doy un sentido más definido al concepto de Tiotimolina.

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