Fiera de faldas pendencieras, cala miasma ante la desventura que conmueve a los
animales que la acompañan día a día, tarde a tarde, noche a noche; su vestido
luminosidad de supremas estelas; esas que gobiernan a la estadía de los recados de su
estadía conforme su más álgida nieve reluce en el mandil de sus puertas de cabañas
enclenques.
Sobre la sinfonía que brota de sí misma, se mueve entre el ventanal por el que se
arropan sus sueños de soberanía acérrima en la que es más concisa su conmovido recado
a la estadía de esos mineros que estremecen su universo de sirena caliza. Sobre el
poderío y decorado de lo que es más precioso que lo que es más tierno ante la espuma
de la estadía de lo que le promueve a la majestad de todo lo que es precario.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve veces viene el Sol y les brinda a los
mineros de rostros sin sueño un cobijo aventurado que es desventura conmovida;
supremacía del revés alrededor de la crisma de sus hijos de higos, sobre un puente de
arcoíris en lo que la de manzanas rojas porta el manto de una reina de ejes supremos, de
nieves de nueves estelas, con las que pintarrajea los ecos vividos la de blanca nieve con
labios tan rojos como los pétalos de una rosa. Es pretenciosa ante los de rostros sin
sueño, porque en el sueño gobierna ella el cáliz de su calidez de sangre de amada
errante.
De poderío y decoro gobierna a los que se estremecen entre la espuma de un mar
de ébano corriente. Supremacía resquebrajada es a lo que gobierna la esperanza de las
flores que ella misma cuida y de las que brotan las máscaras de jejenes en las mejillas.
Atrapadas entre lo que es más magno y justo que otras cosas que puedan ser
resquebrajados entre la gobernanza de su terrario ante el invernal sollozo de sus ojos
que todo lo aprecian entrevigo.
Es lo más desvariado que pueden desdecir la de cabellos de alas de cuervo; la de sonrisa
de muda vibra; la de silencio quejumbroso ante lo mártir de las cosas en las que los mineros hurtan oro de las minas y la ofrecen a ella que esnifa la claridad de las ideas
sobre sus ingenuidades pretenciosas.

Vanessa Sosa. Mérida, Venezuela (1986). Historiadora del Arte (2018) egresada de la Universidad de Los Andes. Es una escritora que se considera aprendiz y también autodidacta. Inició en el mundo de la escritura en el año de 2018 con pocos microcuentos y microrrelatos, que transformó después, en relatos más extensos. Se especializa en el género fantástico porque es el que más escribe, sin embargo, considera que hay mucho por mejorar.
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