Escondidillas

—Oye, ¿jugamos a las escondidas? —dijo Carlitos al niño que acababa de conocer.

—¡Si! Pero tú cuentas —respondió.

—Uno, dos…

Segundos después, exclamó:

—¡Listos o no, allá voy!

En ese instante, el velador hacía su rondín nocturno por los pasillos de la morgue.

—¿Quién anda ahí? —gritó, alumbrando con su lámpara los cuerpos de ambos niños sobre la plancha.

1 comentario

  1. Felicidades!! Un cuento que con pocas palabras me dejó sorprendida.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *