Primeros esbozos incompletos de un poeta nublado II

En el camino de los perros mi alma encontró
a mi corazón. Destrozado, pero vivo,
sucio, mal vestido y lleno de amor.

-Roberto Bolaño

Sobre Los Perros Singulares

Y entonces, la bóveda de océano interrumpido escupió febriles ideas
tan poco lúcidas y generosas que eran humanas. Cayeron en la acidez de sus cabezas sacudiendo la vida que,
en vez de torpe,
llamaban tranquila.

Bajo los cansados hombros descubrieron que llevaban hojas de maíz.
Bajo los bolsillos saturados encontraron pulque de girasol.
Bajo sus palabras perdieron la mácula escarlata:
ciudadana de los accidentes y las fugas.

Ahora debían moverse,
debían correr,
debían cantar,
o morir.
Debían alargar el minuto perdido,
generar la diástole que nunca sintieron.
Y por eso hoy escriben.
Y por eso hoy cantan.
Y por eso hoy observan,
pero no a la rosa como imperdible meandro de belleza,
sino como abarrotada maquinaria para abejas,
o como diminuto cárabo de zapatos azules.

Si se observa se debe observar lo no observado,
decían.
Si se ama se debe amar lo no amado,
decían.
Porque, si nuestros corazones no protegen el sol sobre las banquetas,
nunca seremos,
decían.

Y temían que de tanto decir agotaran sus gargantas,
maltrataran las palabras
y quemaran el aire.
Y esperan que de tanto decir el mañana no parezca oscura maleza,
que en el mañana todo,
todo, valga.
Y esperan
de tanto,
tanto, decir.


Sobre Los Bichos Solares

Vida: el amor desmedido de Dios por los escarabajos
-Elisa Díaz Castelo.

Cuando tenía siete años el Sol naufragó por la comisura de mi espalda,
cosquilleó el ombligo de mis almohadas,
y al susurrarme versos de Góngora se sumergió en el bestiario de mi oreja.

Cuando no podía dormir soñaba que el Sol trotaba en la punta de mi nariz.
Me distraía imaginando,
o sea, intentando,
que podía beber jugo de Sol cada viernes por la tarde.
Pensaba que había hecho al Sol mi cómplice.

Quisiera que ese mismo Sol jugueteara ahora en estas palabras
y me guiara a dibujar mundos
donde la gente se congrega a buscar el camino de las hormigas.

Es que amaba mucho a mi Sol,
que en realidad eran muchos
y eran más bien estrellas,
porque no eran soles,
sino Bichos,
escarabajos,
es decir: los pequeños detalles cotidianos de la realidad que
aunque sostengan la belleza del mundo
ignoramos.

Que ignoramos
como las rimas que omito en mis poemas,
por miedo a salvarme otra vez.
Como la intimidad en las palabras,
esa carente en aquellos que no se han quemado los pies
de tanto recitar poesía por las calles.

Antaño
en los caparazones encontraría mi don,
mas hubo un tiempo en el que ya no buscaba en las cocinas de las señoras
ni germinaba mi decir en la punta de las hojas.
Sé que los traicioné cuando quise ser Persona,
los ignoré y olvidé.

Por eso ahora ando nublado,
escribiendo con necesidad de palabra,
de sol.
Buscando,
buscándome,
buscándolos.
A esos,
mis Bichos Solares,
dádivas del color,
ornamentos de lo real.

1 comentario

  1. Dante,me uno a tus soles escarabajo, también los busco. Felicidades y gracias por estos poemas.

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