Muerte Natural

-¡Pero que mierda es esto!  Quijano límpiele bien ahí carajo, qué le he dicho de hacer cortes limpios para evitar está porquería. No le tenga miedo al bisturí y menos en estos pobres que ya están bien fríos.

-Lo siento maestro, le juro que seguí sus instrucciones.

-¡Lo siento maestro, lo siento maestro, va!  Pinches mococitos burgueses. Cierre el pico y sirva de algo Quijano vaya leyéndome el expediente a ver si eso si puede.  A ver si alcanzó una torta de bacalao siquiera ya el brindis y los abrazos valieron madre.

-Matías Espejel Peniche, edad 53 años, soltero, esquizofrenia o similar. Aquí maestro tiene una nota rara

-Rara, rara pues qué dice, Quijano.

-Tratar el caso con prudencia, hijo del coronel Espejel.

-Mmmmmta ya salió el peine, este favorcito les va a costar, Quijano, les va a costar. Sacarme en pleno brindis y más que estaba con la Aurorita.  A ver prendase la grabadora.

-Sí, maestro.

-Cavidad oral normal salvo un tufo penetrante a petricor característico de la tierra mojada, el cuerpo no presenta indicios de maltrato, la rigidez post mortem corresponde a la hora que se registra la muerte. Delgadez extrema. Ojeras pronunciadas. Color de piel amarillento similar a los enfermos con tratamiento de quimioterapia. Movimiento inusual en la cavidad intestinal…. Quijano detenga la grabadora y acérquese, a ver mire bien y descríbame lo ve ahí dónde apunta mi dedo.

-M m maestro.

-Qué Quijano, porqué pone esa cara, dígame lo que ve sin miedo.

-Fluidos no pertenecientes a los seres humanos, partículas similares a heces fecales, pues no sé maestro, parecen de ratón o murciélago o algún mamífero pequeño. El hígado presenta unas muescas en forma de luna.

-Que más ve ahí Quijano, mire bien, ¿Qué cree que son esas muescas con ondulaciones?

-Yo diría que son pequeñas mordidas, pero, en el hígado y riñones es imposible.

-Bien, Quijano. Lo mismo pensé, creí que el vinito espumoso se me había trepado, nomás de acordarme de la Aurorita, carajo, maldito Espejel. ¿Ud. no tomó o sí?

-Como cree maestro, estoy de guardia y soy cristiano.

-Ya decía yo, no desperdicie su vida Quijano con santurronerías al cabo todos acabamos así como este wey que sabrá Dios demonio se le habrá metido.  Esto que acaba de ver no lo repita Quijano sino quiere que lo saquen de aquí con camisa de fuerza. Ciertamente la muerte de este tipo es un caso para expediente secreto, pero como se trata del coronel Espejel habrá que poner que es una muerte natural ahí busque entre sus librillos o métase a la red a ver que chingados encuentra, algo tranquilo, ya sabe un paro al miocardio que es común a los cincuenta. Ahí le encargo el changarro, limpié todo y que pasé la noche tranquilito y piense que diablos podría haber pasado mañana lo discutimos.

°°°

-Soy Matías Espejel, Doctor.

-¿Qué pasa Matías?

-Lo de siempre Doctor Hernández, ese dolor intenso en el costado derecho a la altura de la cintura y los riñones, cada vez se incrementa más Doctor.

-Pero si ya hemos hecho todas las pruebas de orina, sangre, ultrasonidos y no hemos encontrado nada,

-Me están comiendo por dentro, entiendo que me vean con un bicho raro, piensan que estoy loco, estoy seguro Doctor siento como se mueven entre mi intestino esas  criaturas recorren mi cuerpo como en una galería, las mordidas y el dolor se incrementan en la noche en el silencio, no puedo dormir. Me veo en el espejo y no me reconozco, esas ojeras negruzcas me hacen parecer un paquidermo. Se lo juro Dr. los he escuchado comunicarse con esos sonidos guturales y siniestros de los animales que entablan un diálogo aterrador. Acaso Ud. nunca ha experimentado la mordida de un gato o un perro, algo similar siento de manera constante evidentemente sus mandíbulas deben ser pequeñas para recorrerme por dentro.

-Matías, entiendo perfecto lo que me ha dicho, sin embargo, como hombre de ciencia no puedo hacer más sin evidencias palpables. Le sugeriría que regrese al psiquiatra.

-NO ESTOY LOCO DOCTOR. Le digo lo que siento, Ud. cree que no me gustaría sentirme bien, despertar un día sin este dolor, poder dormir, dedicarme a mi vida, tener una vida normal. Con todo esto Teresa se llevó a mis hijos y vivo sólo con estos malditos seres nocturnos.  Odio la compasión de mi padre, ese coronel del ejército que se avergüenza de este hijo débil. Lo que más me duele es que duden de mi salud mental. Estoy harto de que me miren con esa compasión asquerosa. Haga algo doctor, algo debe existir, no debo ser el único ser que le haya pasado esto.

-Lo entiendo y lo lamento, dese una vuelta mañana por el consultorio y lo revisaremos nuevamente, seguramente algo haremos.

-Gracias Doctor, gracias.

°°°

-Buenas noches, Quijano, perdone que lo interrumpa a estas horas de la noche, se trata de uno de esos casos que se llaman de “muerte natural”, quizá le gustaría atender a este cadáver, entiendo que fue su profesor….

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *