Montaña y Delirio

Montaña

Te yergues majestuosa, como niña te admiro

desde lejos y juego con mis dedos
a tocar tus picos y tus ondas.

Líneas filosas que al cielo amenazan

ángulos mutilados por la tiranía del tiempo
Artífice de figuras con múltiples identidades.

Historias inconclusas en tus piedras ocultas
de otras razas y lejanos pueblos
que el viento te ha traído como lauro.

Eres montaña, deleite de mil ojos

que atisban tus íntimas entrañas

Codiciadas gemas cintilan, coquetean

a la ambición del hombre a poseerte.

Para aliviar tu fiebre nacen de tu vientre

aguas voluptuosas y saltan como blancas

melenas de corceles.

El astro rey, ardiente, te besa todo el día

te rinde, en su ocaso, culto de rodillas

Montaña magnífica, fémina divina,
baluarte de poder y de belleza.


¿Quién fuera tú?, soberana de cinco continentes
para permanecer erecta, aunque el viento te golpee
y la tierra con furor te cimbre.

¡Quién fuera tú!, contemplar los valles
alimentar los ríos, acariciar los mares

¡Y estar tan cerca de Dios, que pueda hablarte!

  .

Delirio

I

Qué raro respirar si no es tu risa,

ver colibríes en tus ojos de bosque

sin poder besar sus alas que se agitan.

Me hacen falta tus manos vistiéndome de rojo,

¡quítame a girones este vestido gris

que ahora habito!

La marea te arrastró a otra bahía,

mas aún vibran las fibras de mi viola.

Tus memorias, sonámbulas, deambulan

por mi castillo de cristales rotos.

II

Me hace falta, aunque parezca extraño,

beber el viento y aspirar las rosas.

Ceñir su silueta de humo con los brazos,

hundirme en las huellas de su cuerpo húmedo.

Me hace falta:

se ha pegado a mi pellejo, a mis entrañas;

he luchado contra él, mas se resiste.

Lo he escondido en la cava, sigilosa,

en espera de que se embriague y se olvide.

III

¡Quiero que mi delirio siga a oscuras!

¡que no aparezca atrapado entre las redes

de ese extraño arácnido,

que la atmósfera carcome con mentiras!

¡Que la luz no absorba mi locura!

su espectro azul me pertenece…

Que sus manos, su cuerpo y su rostro

permanezcan a mis neuronas enlazados

y se paseen por mis nervios pacienzudas

las febriles mariposas que lo evocan.

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