Por su propia naturaleza, las antologías son excluyentes, y por ello polémicas; en su haber son considerados sólo los autores que el antólogo considera, acordes con su visión, para instaurar un libro. Según Susana González, inevitablemente, “el antologador es una rara mezcla de crítico, historiador, seleccionador y decantador”. ¿Quién no recuerda la Antología de la poesía moderna (1928) de Jorge Cuesta, Laurel (1986) de Octavio Paz, la Antología de la poesía mexicana moderna (1940) de Manuel Maples Arce, La poesía mexicana moderna (1953) de Antonio Castro Leal; las realizadas por Carlos Monsiváis (La poesía mexicana del siglo XX, 1966) o la de José Emilio Pacheco realizada para la editorial Promexa, sobre el Modernismo en México. ¿Quién no leyó Poesía en movimiento (1966), de Paz, Aridjis, Chumacero y Pacheco (1966), el Ómnibus de poesía (1971, el que lleva carruajes de todas clases y para en todas las estaciones) o la Asamblea de poetas jóvenes de México (1980), de Gabriel Zaid? Y más recientemente la Antología General de la Poesía Mexicana (2014) del poeta y crítico Juan Domingo Argüelles? Contra lo que pueda decirse (los poemas sostienen o no un libro), las selecciones de poesía siempre son un punto de vista de quien las realiza, algunas más acertadas que otras, claro.
Los autores de este volumen son acompañados por figuras como Max Rojas, Roberto López Moreno, Enrique González Rojo Arthur, Norma Bazúa y Dolores Castro, quienes conforman el itinerario de Lo furioso, lo verdaderamente animal que me sostiene, editado por Versodestierro, el cual, como bien lo advierte Daniel Téllez en el prólogo: “es la primera memoria poética del Encuentro Nacional de Poesía Max Rojas, que se celebró por primera vez en 2006 por iniciativa de Marco Tulio Lailson y Gustavo Alatorre y que anualmente ha convocado a voces de diversos estilos, generaciones, latitudes y estaturas poéticas, en innumerables ciudades del país y heterogéneos espacios culturales”.
El poema de Max Rojas que abre el libro es fulminante y abre la brecha de esta selección: Hoy me sale lo bronco y me revuelvo, hoy me sale lo herido y me desgarro —perdón por esta forma de amargura, pero es que hoy de muy adentro me sale lo animal desbocado, la verdadera furia que me empuja: esto de maldecir espinas lo formalmente triste, lo exactamente amargo como el llanto.
En las páginas de Lo furioso, lo verdaderamente animal que me sostiene, los 26 poetas incluidos dan cuenta del contexto de la producción poética de un momento clave en la literatura mexicana. Frente a los acontecimientos, los cambios políticos y el auge de la cultura (lo confirma este volumen) la poesía no es indiferente. Al contrario, pasa revista en cada uno de los escenarios en los que ha sido evocada.
Nos falta el cielo de tus sueños, reclama Marco Tulio Lailson en el poema “Aquí pasó algo que siempre pasa” que rememora a los 43 de Ayotzinapa. No se construye sólo el instante, no se construye solo, sentencia Athena Fénix, Destino es quebrar los mármoles y no perderse en la suavidad del olvido, nos lo recuerda Armando M. Morales. Mejor que al poeta engolado/ prefiero, no las lágrimas/ mas sí el tropiezo…/ del honorable/ poeta-payasito-nalgón de crucero, nos dice Daniel Olivares Viniegra. Dicen que la tristeza es Lobo, pero a mí me duele el Mar, concluye Inés Parra. Yo, un catalizador de lucidez de piedra, hallazgo de Hugo Garduño. Nombrarte es el ruido que cabe en el silencio, enuncia la poeta Adriana Tafoya. dios es un chicle: dura horas en mi boca / dios es una y otra vez/ lo masco una y otra vez: bocado de nada, medita Alejandra Estrada. Duermo de día despierto de noche trastoco los tiempos -por si viene el tigre-, dice Becky Rubinstein. Muéstrame el eco dentro de la copa vacía, pide Pamela González.
En Lo furioso, lo verdaderamente animal que me sostiene nos queda claro que las antologías también son el registro de un momento histórico, estético y literario, una manera de concretar una bitácora de las tendencias de la escritura. Esta compilación nos da noticia de las múltiples temáticas y formas que ha tomado la reciente poesía en las últimas décadas, ofrece al lector una reunión de poemas que dialogan entre sí y que exploran, por medio de la palabra como único asidero, el mundo y la vida. Es un acierto de Versodestierro publicar un libro en el que los lectores encontrarán el gozo de la poesía y un concierto de voces que nacieron para ser leídas. Carpe Diem.
Lo furioso, lo verdaderamente animal que me sostiene, Versodestierro, 2025. Selección de Gustavo Alatorre.

Ricardo Venegas (nació en San Luis Potosí, SLP, 1973), y siempre ha vivido en Cuernavaca, Morelos. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, es Maestro en Literatura Mexicana y Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, BUAP. Miembro del Consejo de Asesores Nacional de la Academia Mexicana para la Educación e Investigación en Ciencias, Artes y Humanidades (2015). Textos suyos han aparecido en las revistas Ulrika, Casa Silva y Arquitrave (Colombia), Buenos Aires Poetry (Argentina), Agulha (Brasil), Siete culebras (Perú), revista de la New York University y Contratiempo (Estados Unidos), Levure littéraire (Francia), Fili d´Aquilone y Sagarana (Italia) La Pájara pinta y Cal (España), Electron Libre (Marruecos), Los Universitarios (UNAM), Casa del tiempo (UAM), en los periódicos Excélsior (en los suplementos El Búho y Arena), en La Jornada Semanal y en Milenio. Participa en la Antología general de la poesía mexicana: De la segunda mitad del siglo XX al tercer milenio, selección y prólogo de Juan Domingo Argüelles (2014), entre otras. Es autor de Turba de sonidos (Ediciones la Rana, 2009) y La sed del polvo (Conaculta/Inba, 2013), antología prologada por Evodio Escalante; también es autor de Escribir para seguir viviendo (UAEM, 2000) y Sendas de Garibay: memoria, espíritu y astucia (Conaculta, 2015), de entrevistas con Ricardo Garibay y ensayos sobre la obra del novelista, prologados por Juan Domingo Argüelles y Javier Sicilia. Es compilador de Con-versatorias I, II y III, entrevistas a poetas mexicanos de los 50 (Conaculta/Inba, 2013, 2015, 2020), prologados por Hugo Gutiérrez Vega, Evodio Escalante y Roberto López Moreno respectivamente; coordinó la antología Estaciones bajo el volcán (Conaculta/Inba, 2013) prologada por Sergio Mondragón y el volumen Creación bajo el volcán I, II y III, entrevistas a escritores y artistas plásticos en Morelos (2015, 2019), prologados por René Avilés Fabila y Luis Tovar, respectivamente. Ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores, bajo la tutoría de Carlos Montemayor y Alí Chumacero (2003-2004) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, en la categoría Jóvenes Creadores (2005-2006). En 2014 obtuvo la beca de Creadores con Trayectoria del Programa de Estímulos a la Creación Artística en el área de Literatura (Pecda). Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, chino y portugués. En 2008 le fue concedido el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta del estado de Guanajuato.