Las que cruzaron mis sábanas,
fugaces,
heridas de luz,
amanecieron muertas.
Algunas estallaron en las paredes,
dejando mínimos signos
del temblor.
Las más pequeñas,
polvo de astros,
se las llevó el Sol sin saberlo.
No quedó brasa,
ni chispa
ni una tímida llama
para encender
el funeral de estrellas
que me habita en silencio.
2025-08-04