O de la filosofía ficción
Para hablar de Voltaire y el alcance de su literatura tendríamos que dedicar amplios volúmenes, ya que además de uno de los grandes espíritus críticos del iluminismo, fue un hombre de teatro, investigador de culturas antiguas, un eminente filósofo y también un innovador escritor. Sus textos han querido ser encasillados en tomos que los separan en cartas, teatro, el Diccionario Filosófico (el cual no podría dejar de recomendar consultar) así como los etiquetados como “cuentos filosóficos”. No vamos a inmiscuirnos en el problema de si están bien etiquetados o no, de hecho, creo que es una discusión irresuelta desde el siglo XVIII, pero si me gustaría señalar que sus cuentos son tan extensos que apenas son entendidos en la frontera entre el cuento largo y la novela corta, aunque ante un análisis estructural entenderemos evidentemente que son cuentos capitulares, tan solo muy extensos. Así mismo sus temas son tan complejos y se interesan en problemas filosóficos (que van de la ética, lógica, metafísica, estética, hasta cómo entender el sentido de la ciencia y la filosofía en sí mismas) que no son cuentos comunes. No pretenden aleccionarnos sino hacernos cuestionar la realidad, incluyendo en sus letras las teorías más vanguardistas de su tiempo. Voltaire igual criticaba a los empiristas ingleses, desmenuzaba a Descartes, oponía el libertinaje y las ciencias de la naturaleza a la moral católica imperante en su época (que después influirían en uno de sus devotos y más fieles lectores: El Marques de Sade), así como incluía preceptos de culturas asiáticas poco entendidas para sus contemporáneos. Mucho se ha escrito sobre Zadig o el destino, una de sus grandes obras o de Cándido o el optimismo, probablemente su personaje más conocido. Pero Voltaire tiene también un cuento singular que se titula como su protagonista: Micromegas. Es mi intención llamar la atención sobre el asunto de que si bien la ciencia ha sido retomada por los escritores para crear la llamada Ciencia Ficción que básicamente utiliza principios científicamente posibles (imaginarios) para fundamentar una narración ficticia; y que si también en nuestros días existe algo más novedoso que es la Ficción de la Ciencia (que parte no de principios o inventos científicos imaginados, sino de los ya factibles en un futuro inmediato); también hay ficciones que no acuden a ciencias como matemáticas, biología o física para explicar su fundamento, sino a ramas de la filosofía. Antes de continuar debemos entender que muchas especulaciones científicas surgen de cuestionamientos filosóficos, así mismo la mayoría de las escuelas filosóficas coinciden en que la filosofía es una ciencia (por tanto si fuéramos totalmente estrictos, la Filosofía Ficción también sería Ciencia Ficción), sin descartar que hay un consenso general no filosófico (social y científico) que se opone a esta postura o que sencillamente ni siquiera la considera de importancia, debido esencialmente a la falta de practicidad de la ciencia filosófica. También hay que recordar que como ciencia, también la psicología ha sido tomada por los escritores como recurso para fundamentar sus ficciones, así que podríamos hablar igualmente de Psicología Ficción. Sin embargo, para no derivar en confusiones se ha dado por hecho que las ciencias que son ciencias para el común de los consensos lo sean para la literatura. Por eso no escuchamos comúnmente que hay cuentos, novelas o películas de “física ficción”, “química ficción” o “psicología ficción” porque se da por entendido que todas son ciencias, aunque hay que acentuar que para la psicología, dividida en tantas escuelas y teorías que entorpecen el adecuado funcionamiento de su utilidad practica, es un logro, comparado a lo que ocurre con el tema de la filosofía. Obras que han sido abiertamente “Psicología Ficción” como es el caso de “El Tapiz del Vampiro” han ganado el Premio Nébula, uno de los más respetados en el mundo de los cienciaficcioneros, sin considerar si es válido o no que la Psicología sea aquella ciencia en la que se fundamenta la ficción del cuento de Sussan Mckeen Charnas y tenga tantos problemas hoy día, como aquel problema filosófico que han ignorado los psicólogos desde el principio y es: ¿Qué es la Psicología?
Uno de los grandes rescates de la Filosofía en la literatura ha sido sin lugar a duda El Nombre de la Rosa de Humberto Eco, quien desafía la idea de que no se puede establecer un “detective” filósofo. El personaje sigue patrones de lógica aristotélica para resolver un caso policíaco, cuando su autor entiende que una de las más importantes preguntas de la filosofía y del mundo religioso ante el universo es la misma pregunta que se hace el detective policiaco: ¿Quién lo hizo?
Y eso es lo que hace que lleguemos al problema de porqué la Filosofía Ficción no ha sido catalogada como Ciencia Ficción y además porqué no se le nombra ni menciona.
Hay que considerar que Micromegas es anterior a los viajes a la Luna o las maquinas imaginadas por Julio Verne, o al terrorífico protoandroide reanimado artificialmente por Mary Shelley en Frankenstein o el moderno Prometeo. Estamos hablando de que si la Filosofía fuera considerada una ciencia a ojos de los consensos literarios Micromegas sería la primera obra de Ciencia Ficción, escrita en el siglo XVIII, antes de la revolución industrial, en Francia. Micromegas es un gigante capaz de viajes interplanetarios por el sólo hecho de ser tan enorme. No hay sistemas de propulsión, no hay naves interestelares. Hay metafísica. Esa rama de la Filosofía fundada por Aristóteles, en donde podemos teorizar sobre lo que hay más allá del mundo físico. Micromegas pone de manifiesto una idea práctica ficticia de una especulación metafísica sencilla. Luego la existencia imaginaria de este ser lo lleva a dialogar con habitantes de otros mundos para los cuales los habitantes de la tierra no son más que minúsculos e insignificantes. Micromegas me parece la obra más aventurada no del Voltaire filosófico sino del Voltaire literario, que ofrece no sólo un nuevo género, sino un cuento que se mantendría oculto, inclasificable y único. De hecho, habrá pocas exploraciones sobre Filosofía Ficción en el futuro, si rastreamos en el cine de ciencia ficción encontraremos algo parecido. Ni rastro de la filosofía ficción. Excepto por una cinta basada en la novela homónima del magistral autor de Ciencia Ficción Richard Matheson. Me refiero a Somewhere in Time, bautizada en nuestro país como Pide al Tiempo que vuelva. Una historia de amor o al menos etiquetada sólo como eso. Somewhere in time sufre el mismo problema de Micromegas, su carácter innovador y único la vuelve inclasificable y por tanto es relegada al olvido. Es una historia de amor y si usted la busca en un video club la encontrará en “romance” o “drama”. Pero ni siquiera cerca de las películas de corte fantástico, porque no recurre a explicaciones mágicas ni a la mitología para fundamentar su ficción. Recurre a la ciencia. A la ciencia filosófica. Somewhere in Time alude al ya explotado tema de los viajes en el tiempo, pero no con una máquina o un portal tecnológico, sino mediante el poder metafísico de la mente. En esta historia un escritor de teatro realiza un experimento que le permite violar las reglas convencionales de la cuarta dimensión (el tiempo según la física cuántica) como si se tratara de la cuarta pared del teatro, viajando a una época anterior a la suya. Pero bueno, tal vez lo excepcional del género o la poca cantidad de obras representativas han hecho de la Filosofía Ficción algo además de inusual, invisible. A pesar de los debates filosóficos (sobre todo éticos, epistémicos o estéticos) que pueden surgir de piezas clásicas de ciencia ficción, la filosofía no se asume como fundamento de las ficciones, es preferible hablar de genética, big bang, robótica o evolución para hacer verosímiles las narraciones. Esperemos en un futuro la filosofía entendida como ciencia gane terreno ante los consensos literarios y al fin, obras magníficas como Micromegas en la literatura o Somewhere in Time en el cine tengan su merecido crédito como verdaderas piezas de ciencia ficción a través de la Filosofía que fundamente sus ficciones, y que los noveles escritores se interesen en internar sus plumas en estos terrenos poco explorados. Buenas Lunas.
Carlos Camaleón, Ciudad de México, 1976, escritor y editor, con más de 180 títulos editados en La Sangre de las Musas, participación en más de 50 antologías literarias, 43 libros en solitario, colaboraciones en revistas como Playboy, Generación, Los Suicidas, Dark, Revista de Revistas del Excélsior, cómic 30 días de noche de editorial Bruguera, etc. Ha impartido cursos y conferencias en espacios como Feria del Libro del Zócalo (Ciudad de México), UNAM, Tec de Monterrey, Universidad del Valle de México, Casa Jaime Sabines, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Feria Internacional del Libro Juvenil (Pachuca, Hidalgo), Festival Internacional de Puebla, Horror Fest Monterrey, Horror Fest Guadalajara, Festival de Arte Urbano (Morelia), La Calaca, FUL Monstruos (Pachuca), Terror Fest (Toluca), Museo de Arte (Querétaro), Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, FIL Guadalajara, entre otros.
Actualmente imparte cursos, es productor de eventos, lleva su librería física Avalon en la colonia Roma, entre otras actividades.