El cuerpo es un camino y otros poemas

I

Habitante

Antes de los párpados vencidos,

siento un movimiento lento, abajo, abajo…

Mis manos son otras manos,

mis piernas son otras piernas,

todo se mueve dentro.    

La voz que no es mía, grita.

Lo escucho con los oídos de algo,

de alguien, se escucha dentro,

queriendo que vuelva, que acomode.

No existe estómago tan grande

Para el descanso de un cuerpo entero.

II

Somos más

Siempre creí que me pertenecía,

que los sonidos dentro, eran de alguien

pero no tan distante, remotamente

mi deseo fue instrucción.

Durante cinco noches me entendí,

el eco nunca sonó indiferente,

todas las cosas están hechas, por mucho

de pedazos de mi alma.

No creí que escucharse fuera aterrador,

el rastro del sonido que emana dentro

fue siempre el camino, a veces

lo no dicho me ofreció el descanso.

Siempre creí que me pertenecía

Hasta que le di un lugar, por fin

a la voz dentro, a lo desconocido

a eso que despertaba, cuando yo dormía.

III

El cuerpo es un camino

Como se busca el medio día,

acaso la palabra antes de nacer,

sol que amanece, en la oscuridad

de cualquier Relato.

Ofrece el rigor de tu presencia,

¿qué hacer para verte? entre

este alboroto, quiero trazarte,

hacerte, remolino de palabras.

Sal del sueño, hazte luz,

destruye los ojos que te contienen,

despierta, anuncia tu llegada,

tus pasos son este cuerpo.

IV

Siente la humedad de una ausencia,

pues las ausencias son húmedas y tibias,

son la intermitencia, la falta, el ego,

el azul del cielo al medio día; también.

A veces, como miro las últimas gotas de mayo

el azul del cielo que escapa,

los faros que trazan la calle,

con ojos que duelen

con ganas que no hacen camino

con flores ausentes,

sin tiempo de sobra

con hambre que estorba y

una razón que no funciona

ahí dentro y con calma

Te miro.