¿A ti te tocó vivir la época en que cambió todo, abuelo? Me pregunta el más pequeño de mis nietos, después de encontrar en el ático un viejo periódico donde se presentaba en primera plana la noticia de un microchip que, al ser implantado en el cerebro de los humanos, nos permitiría controlar dispositivos electrónicos e incluso comunicarnos con una especie de telepatía tecnológica.
Primero se están haciendo pruebas con ratones, ya que al compartir características genéticas y biológicas con los humanos, es más viable para observar la reacción de su organismo ante el objeto invasor. Hasta el momento se ha experimentado con 50 de ellos en un laboratorio, en Japón. — Informaba el artículo de divulgación.
Lo que no tenían en cuenta los científicos, era que los ratones nos llevaban a los humanos cientos de años de evolución, y su capacidad mental era infinitamente superior a la nuestra. De esos primeros cincuenta ratones, sólo la mitad sobrevivió al experimento, pero eso fue suficiente para que, por las noches en el laboratorio, ellos tomaran el control del mismo, perfeccionaran el microchip, lo produjeran en masa, y lo implantaran entre todos los de su especie. En menos de un año, replicaron el procedimiento en prácticamente todo el mundo. Cuando se cumplieron tres años desde el día cero, su evolución fue tal que crecieron en tamaño y empezaron a caminar en dos patas. También, desarrollaron una inteligencia artificial como auxiliar en su propósito de conquistar el Mundo. Hasta que llegó el momento en que tomaron el control de todo y de todos, y se desató la guerra contra los humanos. Desde su inicio ya la habíamos perdido, y no nos quedó más opción que someternos a su dominio. Algunos logramos rebelarnos, pero ahora vivimos escondidos y huyendo para no ser atrapados de nuevo, porque inevitablemente nos van a asesinar. Aunque a veces pienso que sería lo mejor.
Desde el ático puedo escuchar como alguien sube las escaleras hacia segundo piso de la casa, mientras grita con voz chillona otra vez se volvieron a meter los pinches humanos. Mi nieto y yo corremos a escondernos detrás de una caja, mientras vemos una silueta dibujada por el resplandor de la puerta. Aquí nos quedaremos quietos y en silencio hasta que sea seguro huir. Hoy nuevamente no encontramos alimento en esta casa.
Carlos Rodríguez Juárez. Nació un 31 de marzo de 1985, en Cuernavaca, Morelos. Es Ingeniero en Negocios por la Universidad Tecnológica Emiliano Zapata del Estado de Morelos. Maestro en Gobernanza Digital por la Academia de Política Digital del Estado de Puebla. Director de Contenidos en el medio electrónico “Amor, Fe, y Rock and Roll”. También es músico, melómano, fotógrafo de conciertos, lector apasionado, amante del buen café, aprendiz de escritor, generador de contenidos y community manager en diversas redes sociales, y emprendedor.