El jarro roto
Mire, Eulalia, yo no rompí ese condenado jarro. Yo ni estuve en su casa, estaba viendo al cielo caer sobre la azotea. Mis compañeras, preocupadas por mi tardanza, me estaban buscando. Así que, cuando el cielo rozó el piso, me trepé en una nube. Sí, no se burle, que seCuéntame más…