Jimena prepara el desayuno. Repasa los pendientes: trapear, planchar, lavar… Lavar la ropa le recuerda el desavenimiento con Javier. Lo mastica despacito, como si degustara un taquito de chicharrón crocante. Por la ventana observa a su marido. Se acuerda entonces de los dos boletos de cine que encontró entre sus ropas. Le reclamó un desliz; él siempre lo negó.
Javier presiente la mirada de su mujer. No voltea. Sabe que nunca le creyó. Prefiere estar en el patio todo el día, “haciendo quehaceres”, antes que lidiar con las recriminaciones de su esposa.
Después de la historia del par de boletos también Javier tuvo sus sospechas. Hubo un tiempo en que Jimena desprendía un olor a flores frescas; culpó a las especias: el clavo, la cúrcuma, “vaya uno a saber”. Así justificaba su jovialidad.
Aquel día, al terminar los deberes se sentaron a comer. Cada quien sirvió su plato. En silencio, cucharearon la sopa, degustaron el guisado. Los sabores provocaban un placer parecido al gran ausente en su alcoba.
Javier recogió la mesa. Jimena lavó los trastes.
Un vaivén impetuoso apareció sin más.
“¿Está temblando?”, acaso piensa él. “¡Virgen Santísima!”, quizás evoca ella.
Javier se resguarda bajo el dintel. Jimena se abraza a un pilar. Los dos se miran como hace treinta años. Con drama. Sin sangre. Un mutismo perpetuo aún en el terror.

Olivia Guarneros, (Puebla, México) ganó el concurso “Mujeres en vida” (2017) el “Elena Poniatowska-Ventosa Arrufat” (2020); el “Quinto Concurso de Cuento Corto” Escritoras MX (2022); el Periodico Poético Plaquette de cuentos (2024). Mención Honorífica en el “Séptimo Premio de Periodismo Gonzo” (2021) y en el “Concurso de Cuento de Ciencia Ficción” del “Tercer Festival Semillas” UACM (2022). Es antologadora de Caleidoscopio: antología de minificcionistas poblanas. Ganó el estímulo PECDA en cuento 2020 y 2024.