Leopoldo Barrera

Nació un día de intenso sol, el 5 de abril de 1956, cuan­do la poesía se estaba olvidando. Recibió, como primer regalo de manos de su padre, el poema Margarita de Ru­bén Darío. Al memorizarlo obtendría un premio mone­tario y con este simple hecho la poesía cambió su vida. Se crio en la Ciudad de México, con un libro para leer en cada mano y una poesía en sus labios, para guardarla y repetirla en días de fiesta. Para él era como un bálsa­mo. Estudió Administración de Empresas en la UNAM, dejando la literatura bajo su pecho, mas nunca olvidó la pluma que le traía la nostalgia por la poesía. Hace­dor de cuentos y poemas toda la vida, quiso realizar el sueño de plasmar la admiración por la naturaleza y el amor por la vida en toda la expresión de la palabra. Acaba de presentar su primer poemario "Cementerio de Esperanzas" en Zetina Editorial.

Si el tiempo es una invención para medir algo que no existe, entonces, ¿qué es lo que se mide con un reloj de pulsera, el incansable tic tac caminando sin sosiego hacia una imaginaria eternidad? Leopoldo Barrera La narración de este evento quizás nunca debió ver la luz.  Sin embargo,Cuéntame más…

La imprudencia de la memoria, le resaltaba una fecha; la de aquel junio del 86, pero el caso fue que Julio Lombardo encaminó sus pasos a la oficina gubernamental, donde prestaba sus servicios, sin poder olvidar la mirada en aquellas fotos sepia de Silvina Ocampo. Aun cuando los archivos deCuéntame más…

Resulta que me encuentro con mi amigo el Horacio, quien por cierto anda diciendo siempre que le hace honor a su nombre, porque vigila el transcurrir de las horas. En fin, a mí me parece medio sangrón a veces con estas ocurrencias, pero es mi amigo y lo quiero bien.Cuéntame más…