1
Una llamarada espera paciente
el momento justo para apagarse.
Un teléfono enmudecido
olvida el sonido de los claxons.
La voz que emerge de la calle
es casi siempre un grito.
2
La risa oculta
en la vergüenza
tras el tropiezo ajeno
al bajar del autobús.
No es el movimiento
o la ausencia del mismo
tampoco es el rostro
de quien falla milimétricamente
y pisa mal un escalón.
Es la distancia,
el primer atisbo
de la carcajada.
3
Va a reír más fuerte
conforme la gotera avance.
Bailan sus dedos
igual que yonquis enamorados
cuando fija la vista en el suelo
y se encorva como vela
acostumbrada al deterioro.
La música clásica lo llena de ansias.
Algo sucede tras bambalinas.
Invadido por la calma
busca razones en el aire
al perseguir siluetas
de humo en los espejos,
revisar en las antenas
de las moscas
y aprender el ritmo
de la gotera.
Sus dedos no le pertenecen más,
es un exiliado en su respiración
y el goteo dicta al intervalo
su automática respuesta
el testimonio de una resonancia
contenida y apacible, casi tan peligrosa
como ponerse un suéter
al bajar las escaleras.
Alexandro Castro (Ojinaga, Chihuahua, 1996) Es autor de Eróstrato (PECH, 2019). Textos suyos aparecen en Otras voces nos agitan (Capítulo Siete, 2019), Lectura Marina: Archipiélago (Tulipes, 2024) y en diversos medios como Carruaje de Pájaros, Grafógrafxs (UAEM), Los demonios y los días, Luvina (UDG), Periódico de Poesía (UNAM), Revista Plástico, Santa Rabia Poetry (Perú), entre otros.