En esta entrevista, realizada a mediados de 2024, Liliana Blum habló de la que es su novela más reciente: Egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Correctora de estilo y redactora de contenidos. Aunque la mayor parte de mi vida profesional he tratado de mantenerme del lado de la edición de textos, la vida (en forma de personas con las que he colaborado) me sigue llevando a la escritura: he escrito sobre personas, experiencias, marcas y empresas. Ahora trabajo en una agencia de comunicación y marketing; pero he participado en varios proyectos editoriales de Aguascalientes, entre ellos la revista Líder Empresarial, corrigiendo o escribiendo.
Incómoda, cruda, reveladora y tendente a explorar la parte humana más oscura. Así es la literatura de la escritora Liliana Blum, que ya cuenta en su carrera con más de 10 obras publicadas en diferentes casas editoriales, entre novelas y libros de cuentos, y que en Un descuido cósmico, su último libro de cuentos publicado, ha decidido jugar con lo sobrenatural y divertirse aún más en el proceso de escritura, algo que se nota en los recurrentes toques de humor negro y los personajes que se salen de lo común, como una viejecita, fan de El exorcista, que decide jugar a la ouija o una vampira que trabaja lavando ropa y que rompe con esa estética perfecta de la tradicional figura vampírica (encumbrada, principalmente, por el cine hollywoodense).
“Como espectadora, a mí me gusta mucho lo sobrenatural y me pregunté por qué nunca lo había hecho como escritora, así que quise salir de mi zona de confort, hacer algo diferente y divertirme en el proceso: voy a hacer cuentos más largos, voy a meter todas las cosas raras que me gustan, van a ser cuentos con un humor muy negro, quizás incómodo; sin embargo, se colaron muchas de las mismas cosas que están en mis otros libros, por ejemplo, las imposiciones sociales sobre la mujer en cuanto a su físico, que se nos exige ser jóvenes, delgadas y bonitas. Es un libro divertido, catártico y hasta me di chance de hacer los dibujitos porque a mí de niña siempre me gustó dibujar por todos lados, no soy muy buena, pero me gusta y resulta que sí me publicaron el libro así”, cuenta Liliana.
Y al parecer, sus lectores, sobre todo sus lectoras, también lo estaban disfrutando. “En los clubes de lectura me lo dicen, es un libro que divierte mucho al leerlo, tanto como yo me divertí escribiéndolo”.
Las letras que la han sostenido
Ante este grato reconocimiento por parte de los lectores, que para Blum es el más importante, resulta una sorpresa descubrir que por poco esta pluma decide guardarse. Y es que, en sus inicios, cuando era una escritora novel, las opiniones sobre sus textos no eran para nada alentadoras.
“Yo tuve la beca del Fonca de Jóvenes Creadores, y muchos de mis contemporáneos, como Carlos Velázquez, Daniel Espartaco y otros más que se quedaron en el camino, eran muy distintos a mí en el sentido de los temas que tocaban: glorificación del narco, de las drogas, persecuciones, teiboleras, frontera y la violencia capitalina, que es un poco lo mismo; pero en diferente escenario. A mí me iba muy mal con el tutor y mis compañeros. Me decían: ‘tus historias de puras mujeres que están en su casa, qué aburrido’. Había un desdén por los personajes femeninos y por los escenarios. En ese momento, yo tenía un niño de 5 años, una niña de 1 año, estaba casada, era maestra… Mi mundo era ése, así que sí fue muy desalentador, sobre todo porque en algún momento mi tutor me dijo: ‘La literatura no es lo tuyo, mejor dedícate a tus hijitos, a tu familia’. Cuando uno va empezando, está más frágil y te cuestionas; todavía pasa eso ahora, pero en los inicios es cuando uno más fácil puede tirar la toalla”.
Y justo en ese momento tan crítico fue que otra gran escritora mexicana la alentó a seguir. La obra de Rosario Castellanos, a quien ya había leído antes, le recordó que la literatura puede tocar cualquier tema y que es válido escribir sobre aquello que no está en tendencia. “Todos sus cuentos de Álbum de familia hablan de mujeres que están batallando con el marido, con la amante del marido, con un montón de cosas muy femeninas; así que yo dije, pues a ellos no les gustarán mis historias, pero es tan válido como lo que hacen ellos. Rosario me ayudó a entender que yo no me tenía que acomodar al mercado”.
Además de Castellanos, otros dos escritores que la han marcado son Margaret Atwood y Stephen King. La primera es su faro a seguir, inalcanzable [ella dice], pero necesario para continuar trabajando. “Sigue siendo una de mis escritoras favoritas y sucedió por un cuento que se llama ‘Fantasías de violación’, que está en su libro Chicas bailarinas. Cuando leí ese cuento, dije: ‘yo quiero no solo leer todo de esta autora, sino también me gustaría escribir así’”. El segundo, King, es un referente porque ha demostrado que sabe cómo llevar una historia sin que los lectores se aburran, aunque sea muy criticado por ser un súper ventas y eso provoque que tanto escritores como académicos pongan en duda la calidad de sus obras, “algo que hace él, y lo hace muy bien, no importa si su libro tiene 400, 800, 1000 o 1200 páginas, es que no puedes soltar el libro; su manejo de la tensión y el suspenso son muy buenos”.
El sentido de escribir
La necesidad de contar historias, que para la autora estuvo presente desde su infancia con los cuentos de su abuela y los juegos que hacía con sus peluches (relatos que representaba y que podían durar días), es lo que la ha motivado a continuar escribiendo. Y es que, además de una necesidad, la escritura es su forma de entender el mundo, por lo que no concibe el dedicar su vida a otra cosa.
Su proceso creativo refleja esta vocación porque “pueden pasar semanas y semanas sin que yo escriba, pero siempre estoy escribiendo acá [apunta a su cabeza] y siempre tengo muchas libretas por todos lados, donde escribo ideas [cuenta que su casa está llena de ellas]. Tengo un sinfín de proyectos ahí y trato de escribir en ratitos”.
Después de pasear a sus perros y haber puesto una carga de ropa en la lavadora, Liliana se dispuso a escribir por un rato, antes de corregir los trabajos de sus alumnos… Y quizá la noche llegue y no haya podido seguir escribiendo; pero, seguramente no faltó que en alguna de sus libretas anotara una idea. “Es muy caótico, fragmentario; pero aunque no sean horas de teclear o escribir a mano [ella escribe de esa forma], las cosas terminan saliendo”.
Así, va reuniendo los fragmentos e hilándolos para crear ya sea cuentos o novelas, que conquistan y sustraen a más de uno de su zona de confort al retratar esa parte cruel y perturbadora de la naturaleza humana.
“La novela implica más planeación, el proceso es más lento, es más trabajoso. El cuento para mí es un poco mágico porque escribo cuento sin planearlo tanto. Me pasa que con el cuento sí escribo en automático, con esta parte subconsciente, con la imaginación. Es muy divertido y es menos pesado porque terminas uno y ya tienes esta sensación de que acabaste algo; en cambio, con la novela puedes estar meses y es muy frustrante dejar una novela a medias. Con el cuento puedo improvisar y usar mucho la imaginación y el subconsciente; con la novela tengo que pensar mucho”, cuenta sobre su preferencia entre la escritura de relato y novela.
Además de este trabajo constante de confección de historias a partir de todas las ideas que ha guardado en diferentes partes de su casa, como parte esencial de su formación en la escritura, y que cree que toda persona dedicada a este oficio debe cumplir, está la lectura.
Liliana no se declara muy fanática de la poesía: siempre ha preferido la narrativa, el arte de contar historias, y para ella, un buen libro le permite transmutarse momentáneamente: “te tiene que agarrar, envolver y meterte en el mundo del personaje y hacerte sentir, o al menos así son las lecturas que me gustan, logran que yo me meta a vivir en el pellejo de los personajes, como salir de mi existencia y meterme en la suya”.
La literatura muestra al otro, sin juzgar si lo que se presenta es bueno o malo. “Leemos desde quienes somos y por eso creo que jamás una novela o un cuento debe de tener un mensaje porque no hay mensaje correcto porque nunca sabes quién está del otro lado [quién está leyendo]”, dice.
Algunas de sus lecturas más recientes en el momento de la entrevista y que destacó por que lograron atraparla son:
● Tiempos canallas de José Alfonso Sandoval, “aunque es una historia como de chavitos, estoy totalmente enganchada, es un descubrimiento súper grato”;
● Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez, “me encantó porque justo así me gustan los cuentos, largos. Parece que son de terror, pero en realidad es sobre algo más, realmente la parte sobrenatural es una excusa para hablar de la condición humana”;
● y Pelea de gallos de María Fernanda Ampuero, “me sacudió muchísimo. Esta crudeza, esta frescura y el hecho de que era el primer libro de ella, es muy poderoso. Recuerdo que dije: uy, esta chica viene con todo”.
Encontrarnos en los libros que leemos
Durante la charla, no solo los nombres de escritoras de lengua inglesa aparecieron: Mónica Ojeda, Mariana Enriquez, María Fernanda Ampuero y otros más surgieron, así que fue la excusa para hablar un poco sobre este boom que la literatura en español escrita por mujeres está viviendo.
“Ahorita definitivamente es un buen momento para ser mujer y escribir […] Ahora hay un empate bonito entre el mercado que es mayoritariamente de mujeres: quienes más compran novelas son mujeres y tú te vas a los clubes de lectura que han florecido en la pandemia y es una cosa maravillosa, porque incluso gente de Latinoamérica, España, están en un mismo club; muchas mujeres están en varios y ellas están comprando muchas novelas, están comprando un libro o dos al mes, y por primera vez, creo que sucede este empate bonito.”
Un empate que si bien se nota en la parte comercial y del mercado, no solo se queda ahí, ya que también denota el hecho de que las lectoras se ven reflejadas en esos personajes y ambientes que autoras de diferentes latitudes de Latinoamérica presentan.
“Hay un clic entre las lectoras y la literatura escrita por mujeres porque nos vemos retratadas por primera vez de una manera humana, real, no como un pedazo de carne que sirve para sexo o para que te maten porque eso son las mujeres en la literatura masculina, sin generalizar; pero la gran mayoría es así, la que están haciendo muchos colegas hombres […] Además no es que [las escritoras] estén tocando temas femeninos tradicionales, son cosas muy violentas, muy fuertes; pero con las que nos podemos relacionar justamente porque como víctimas de todo eso lo hemos sentido”.
“Hay cabida para todo tipo de literatura, pero es muy lindo que nos estemos encontrando en los libros que podemos comprar”.
Obras de su autoría que no hay que perderse
Pandora. “Es mi libro más querido y no solo porque fue mi primera novela y mi libro más difícil de publicar. Es un libro que apasiona a los lectores, en especial a las lectoras, hay una conexión muy fuerte que no me explico”.
El monstruo pentápodo. “Es mi libro más importante, por la temática, por cómo está escrito, aunque es un libro difícil, fuerte. Creo que es el libro que define si alguien va a ser mi lector o no. Es el libro parteaguas”.
Un descuido cósmico. “Es mi libro favorito por lo gozoso que fue su creación y también por lo mucho que se divierten mis lectoras, y en los clubes de lectura me lo dicen. Es un libro que divierte mucho al leerlo”.
2025-09-08