Inagurando el AIFA, el lugar de los encuentros culturales

El 21 de marzo del 2022 se llevó acabo la inauguración del nuevo aeropuerto de México llamado “Felipe Ángeles” (AIFA) en honor a un general hidalguense que tuvo un papel importante durante la revolución. Sin embargo, no estoy aquí para hablar de antecedentes históricos y tampoco para hacer un recuento de lo que implicó este proyecto, que por cierto estuvo envuelto en la opinión pública con distintos puntos de vista, tanto positivos como negativos.

Pero en todo caso, si decidí hablar sobre este día, no fue para describir el paso a paso de AMLO a su llegada al evento, ni tampoco para dar una opinión sobre los discursos políticos que se dijeron en ese momento, sino más bien, mi intención fue dar visibilidad a lo que obtuvo muy poca cobertura, a los personajes que desempeñaron un papel importante y muy poco se tomaron en cuenta.

Estos grandes personajes, son los artistas, aquellas agrupaciones musicales comunitarias que estuvieron presente aquel día, convirtiendo un evento político en un festejo a través de la música, armonizando el ambiente y mostrando su trabajo a todos los presentes con las piezas más reconocidas de cada estado, desde danzones, guapangos y hasta alguno que otro vals.

Mi papel dentro de esta historia fue no solo observar lo que ocurría alrededor, fue vivir el momento de lo que pasa fuera de las cámaras de televisión y al mismo tiempo, experimentar y compartir un suceso relevante a través de la música, junto con otros 200 jóvenes y niños dentro de mi agrupación, más los casi 1000 restantes que provenían de diferentes agrupaciones independientes.

Sin embargo, para ser más precisa, debo explicar a qué me refiero con estas agrupaciones haciendo un pequeño paréntesis en la historia. Pues bien, para el día de la inauguración del AIFA, se solicitó la participación del sistema nacional de fomento musical (SNFM), la cual es una institución gubernamental, como parte de la secretaría de cultura, en donde a través de ella, se crean diversas orquestas y bandas sinfónicas en las comunidades con el propósito de promover la integración comunitaria y la educación a través de la música.

En mi caso, yo formo parte de la agrupación “Sonemos” que pertenece al estado de Morelos, pero alrededor del país existen otras 124 agrupaciones más. Para eventos como el AIFA, normalmente se hacen audiciones para poder integrar una sola agrupación que represente a todo el SNFM, con participantes provenientes de distintos estados de la república, desde niños, adolescentes y algunos jóvenes adultos.

Por otro lado, también existen otro tipo de agrupaciones bajo el proyecto “Cultura comunitaria” en donde podemos encontrar al Ensamble de marimbas de Centla, la Banda Sinfónica de Tizimín, el coro de Monterrey, Vientos musicales de Guanajuato, la Orquesta sinfónica y coro infantil de Aguascalientes, la Banda Filarmónica infantil y juvenil Ba’ du Huini de Itsmo y la Banda Sinfónica infantil-juvenil de Nayarit, entre otras.

Cada uno de estos conjuntos musicales son proyectos que promueven la música tradicional mexicana, refuerzan los valores a través del trabajo en equipo, sirven como espacios de integración comunitaria y lo mejor de todo, es que no solo rescata el patrimonio musical que hemos heredado durante décadas, sino que impulsa la educación para que muchos jóvenes tengan la posibilidad de ejercer la música de una manera más profesional en distintas escuelas de arte que se encuentran en el país.

Ahora, quitando el paréntesis, la historia comienza desde los exhaustivos días de ensayo, que en este caso al ser un evento dirigido por militares, fueron ellos quienes se encargaron de enviar a cada agrupación las piezas y versiones que serían interpretadas en el evento, por lo cual, se contó con aproximadamente un mes para poder ejecutarlas y aprenderse de memoria el himno nacional mexicano y otras dos piezas que serían parte extra.

Sin embargo, comenzando con los primeros contratiempos, se cambiaron las versiones de las piezas una semana antes del evento y se añadieron otras más. Esto es relevante ya que hacer este tipo de cambios con muy poco tiempo de anticipación, ocasiona un descontrol, pues sería cada vez más complicado el poder ejecutar una pieza de memoria y trabajar al mismo tiempo las otras restantes.

Aun así, el tiempo de ensayo fue aprovechado al máximo, y desde mi perspectiva, se sintió un tanto emocionante y a la vez estresante por el hecho de ser mi primera vez en un encuentro de selección como parte de la sección de saxofones. No obstante, para poder ensamblar el trabajo de todos los músicos del SNFM, se solicitó la llegada de todos los integrantes desde el día 19 de marzo, en donde nos reunieron en un hotel de Pachuca, pues quedaba más cerca el traslado a los ensayos en el AIFA.

Claramente desde un principio se hizo notar que sería un trabajo el cual requería disciplina y mucho tiempo de ensayo, así que desde el primer día se tomaban jornadas de 5 horas preparando las obras, acomodando lugares y recibiendo indicaciones del director musical. Así para el día siguiente, nuestro recorrido laboral comenzaba desde las 4:00 am para preparar nuestros instrumentos y partituras, y más tarde podernos trasladar ya directamente al aeropuerto en el aérea donde sería el evento.

Aproximadamente, llegábamos al lugar a las 6:00 am y solo teníamos el tiempo de traslado para poder desayunar un pequeño box lunch que se nos entregaba a la hora de salir del hotel, pues en las indicaciones, no podíamos entrar al lugar con alimentos ni bebidas, sin carpetas ni mochilas, ni siquiera los estuches de los instrumentos para poder llevarlos de una manera más cómoda, por lo que esto implicó que el traslado se sintiera un poco pesado, sobre todo para quienes tenían que cargar un instrumento demasiado grande.

Ante esto, el siguiente contratiempo llegó justo a la hora de comenzar el ensayo general; primeramente porque no se nos permitió usar un atril para nuestras partituras y fue ahí cuando entendimos que todas las piezas serían tocadas de memoria y no solo el himno nacional, después, para nuestra sorpresa, los lugares asignados para las orquestas estaban acomodados de una forma inusual, es decir, todos estábamos en línea recta cubriendo el pasillo por donde pasaría en presidente.

Esto fue un tanto alarmante, ya que como bien se sabe, una orquesta siempre está acomodada en forma de media luna para poder crear espacio entre instrumentos y para poder ver las indicaciones del director. En este tenor, rápidamente se nos dio la indicación de que las orquestas y bandas invitadas tendrían su propio director, uno por cada fragmento de músicos a lo largo del pasillo por donde entrarían los diversos personajes.

Entonces, para no alargar más las explicaciones, el acuerdo era que todos los directores musicales se tenían que coordinar entre sí, así que tenían que observar al director principal que era el que estaba a cargo de la banda de la SEDENA, y para resumir en simples palabras, todos nos teníamos que coordinar entre todos, es decir, los directores entre sí, para que los músicos se coordinaran junto con la banda de la SEDENA.

Esto realmente fue un gran reto, pues coordinar a casi 800 músicos dentro de una sala, aparte la confusión de entender a qué director debías seguir, requirió mucho tiempo de ensayo para lograr estar en sintonía, sobre todo porque el evento estaba demasiado cerca como para tener errores, por lo que en esos momentos realmente se sintió el caos y no solo en los músicos, sino también en los organizadores y el staff completo.

Sin embargo, a pesar de la tensión, aún pude observar que el trabajo realmente valdría la pena y que los anécdotas son lo que más aprecias en esos momentos, sobre todo si lo que vives lo compartes con amigos de otros lugares, pues para mi sorpresa, tuve la oportunidad de conocer a Lina y Ale, dos grandes chicas de Quintana Roo y Chihuahua con las que pude conversar sobre lo pesada y a la vez divertida que se estaba convirtiendo esta experiencia.

Posteriormente, al siguiente día, el cual ya era el gran evento de inauguración, nuestra rutina fue casi la misma, es decir, levantarse desde las 4:00 am, medio desayunar y dirigirse al aeropuerto, con la única diferencia de que está vez ya llevamos el vestuario indicado, por lo que cada estado debía portar su traje típico, y a decir verdad, algunos suelen ser un poco bochornosos y pesados, sobre todo en las niñas que exige un peinado en especial.

Prosiguiendo con lo anterior, el día de evento inmediatamente nos acomodamos en nuestros respectivos lugares, afinamos y repasamos una vez más las piezas. Tuvimos un largo tiempo de espera, pues el presidente tenía que dar su conferencia matutina, y mientras tanto teníamos que permanecer sentados hasta que nos dieran alguna indicación. No obstante, en este tiempo de espera pude aprovecharlo para poder observar como poco a poco el lugar iba tomando forma.

Fue así como en el transcurso del tiempo, distintos personajes iban llegando al lugar, desde los camarógrafos de las televisoras, los reporteros que tenían un lugar especial asignado cerca de nosotros y muchos militares especiales, es decir, los generales invitados y todos aquellos que cuentan con un alto mando, pero ciertamente, lo que más llamaba la atención fue la llegada de los diversos personajes famosos de la vida política.

Inmediatamente, el ambiente se sintió como en una alfombra roja de alguna premiación, pues cada personaje de la farándula pasaba por el pasillo donde estábamos sentados, y claro, alguno que otro te saludaba y muchos te dirigían simplemente una sonrisa, pero también, había quienes de plano ni te pelaban, pero pasaban a un lado de ti como si su presencia realmente valiera la pena.

Es cierto que no puedo hacer un juicio sobre eso, pues a muchos de los personajes políticos no los conocía, solo me daba cuenta que eran importantes a la hora de ver como los reporteros se balanceaban sobre ellos tratando de sobrepasar la línea de seguridad con tal de tener un entrevista. Debo decir, que recibí una gran sorpresa de parte de Alejandra Frausto, perteneciente a la secretaria de cultura, quien ignoró a la prensa con tal de platicar un poco con nosotros y saludarnos.

De esta manera y secuencialmente fue como llegaron poco a poco todos los políticos, no sin antes pasar por el pasillo de la fama y grabándonos sorprendidos, tomándonos fotos y videos para poder subirlos a sus redes sociales, así que prácticamente, nuestro trabajo en ese momento era solo estar sentados, verse muy tradicional y sonreír.

Así, el espectáculo inicio al momento de la llegada del presidente López Obrador, pues el público que asistió comenzó a gritar de marera eufórica “es un honor estar con Obrador”, se escuchaban las porras y halagos de los simpatizantes y alguno que otro insulto por parte de los opositores. Aun así, nada impidió que el presidente tuviera una entrada triunfal al lugar del evento, sonriente y mandando abrazos al público y saludando a cada colega.

Por supuesto que no puedo quejarme de su actitud, pues en todo momento se mostró amable y su esposa hizo lo mismo, al igual que todo el grupo que pertenecía a su gabinete como la famosa Claudia Sheinbaum. Así mismo, pronto comenzó el evento, tocamos las primera piezas y mientras escuchábamos los discursos políticos, el staff nos repartió algunas manzanas y botellas de agua o gatorade para no quedarnos dormidos en los asientos y sobre todo para tener algo en el estómago.

Fue así como iba transcurriendo el evento, y cuando nos tacaba proseguir con nuestro programa, lo hacíamos de pie, por lo cual muchos de los camarógrafos comenzaron a gritarnos y abuchearnos por tapar su vista para las respectivas fotos. Claro que no era nuestra culpa y tampoco lo hacíamos a propósito, pues simplemente seguíamos las indicaciones de los militares y del personal a cargo.

Pronto el evento llegó a su final, y para la salida galardonada de AMLO, se nos pidió tocar una pieza más: “Dios nunca muere”. El presidente se acercó hasta nuestro lugar para poder escucharnos atentamente, esperó a que culminara la canción para poder ponerse en medio de los músicos y tomarse la foto del recuerdo. Ciertamente en todo momento estaba acompañado de reporteros y camarógrafos, por lo que supuse que esta parte sería transmitida a nivel nacional.

Finalmente, mientras todos comenzaban a retirarse, esperamos pacientes para poder salir del lugar y mientras tanto, aprovechamos el tiempo para tomarnos fotos y agradecer al personal por su tiempo y trabajo, que a decir verdad, no puedo negar que estuvimos vigilados las 24 horas del día e incluso para ir al baño, pues habiendo menores de edad, era importante contar con tutores que nos acompañaran en todo momento.

Por otro lado, debo añadir que no todo siempre fue un caos, pues a pesar de pasar un largo rato sin alimentos, mientras los invitados especiales tenían su bufete, al final de cada jornada nos trasladaban al cuartel militar de aviación en donde nos esperaban en los comedores para poder ingerir alimentos e incluso en el hotel nos daban de cenar, aunque a decir verdad, muchas veces por el cansancio, ingerías la comida tan rápido que sentías el estómago pesado.

De este modo, fue como gracias a esta experiencia quise escribir sobre este viaje, pues días después del evento, nos percatamos de que ningún noticiero dio un poco de énfasis a nuestra presentación, por lo cual se sintió un tanto decepcionante, en primer lugar por el tiempo invertido y después, porque realmente había bandas musicales en cada rincón del aeropuerto, eso pude notarlo y me hubiera gustado presenciar más pero solo pude captar algunas cosas de las salas exteriores al evento tras mis escapadas al baño.

Para concluir, no quiero alargar esta historia, tal vez sin relevancia para algunos, pero mi punto aquí es que año tras año las orquestas y bandas sinfónicas trabajamos duro ya sea por hobbie, por amor al arte o por querer una mejor educación, y al no dar cobertura a esto, significa que somos invisibles, pues la gente no está al tanto de que estos espacios realmente valen la pena por apoyar a tantos niños y jóvenes, que encuentran en la música un espacio para crecer.

Esto lo pensé muchas veces y lo compartí con Lina y Ale, las chicas que había mencionado con anterioridad, a las cuales decidí entrevistar para este trabajo. Amabas me aportaron información sobre su tiempo de preparación, sobre cómo es su día a día en sus agrupaciones y sobre lo que cada una pudo notar desde su perspectiva en todo el trayecto de este evento, pues a pesar de estar en el mismo lugar, cada persona percibe las cosas de manera diferente.

Entre estas charlas que tuvimos, al igual que con distintos maestros que pude conocer, llegamos al punto de que, no somos solo un adorno o centro de mesa, estas agrupaciones son importantes, ya sea grandes o pequeñas, muchas de ellas necesitan recursos para poder subsistir, se necesita más atención a la cultura por parte del gobierno y no solo tomarse selfies para la ocasión, sino realmente poner un granito de arena para que este tipo de proyectos tengan vida por muchos años.

Por último, debo recalcar que este viaje y muchos otros que han sido con fines políticos, son cubiertos monetariamente en su totalidad, desde transportes, pasajes de avión, comida y hospedajes, es decir, a nosotros no se nos cobra ni un peso. Claro que esto se agradece, y sobre todo de tener la oportunidad de conocer a gente que ama el arte y la música tanto como cualquiera que pueda estar interesado en el proyecto.

Pero sin duda, el apoyo monetario aún falta por cubrir no solo eventos, sino también para seguir impulsando a cada agrupación y que muchos tengan la oportunidad de experimentar lo que es la música y si es de su agrado, poder ejercerla de manera profesional. Para mí el vivir esta experiencia fue algo muy grato, es algo que talvez no vuelva a suceder por rebasar ya el límite de edad, y sin embargo, rescato el hecho de que siendo parte o no, vale la pena seguir creando espacios para hacer lo que más te gusta.

Esta historia concluye, no sin antes dar crédito a Lina y Ale no solo por ser mis compañeras de habitación, sino por compartirme un poquito de sus vidas y lo mucho que significa la música para ellas, pues ambas me mostraron una perspectiva diferente de lo que realmente significa amar algo tan sano y hermoso como lo que es la música, en donde no importa el género, el instrumento o la edad, sino simplemente el hecho de compartir el arte a todo el mundo.

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