La creciente intromisión de los mal llamados “mejores amigos del hombre”, los perros, en la vida pública y privada, ha generado un impacto considerable en la vida cotidiana de las personas, en la transformación de los espacios públicos y, por supuesto, en la economía de las familias mexicanas. Y no hablamos solo de ladridos molestos o perros callejeros. Hablamos de un fenómeno tan omnipresente que ya se ha convertido en un problema de salud pública, con efectos que van desde crisis nerviosas hasta actitudes sociopáticas causadas por el aroma constante de jardines perfumados con amoniaco o pescado y calles que parecen un campo minado de excremento. Pero no desesperemos aún: lo que muchos ven como un problema, algunos ya han identificado como una oportunidad de oro… literalmente, oro marrón.
Sí, porque detrás de esas montañas de heces caninas, ocultas en parques y banquetas, se esconde un potencial económico sin precedentes. Tal vez no lo sabías, pero las deposiciones de los cuadrúpedos podrían ser el salvavidas de miles de pepenadores en la Ciudad de México, un vehículo de ascenso social para aquellos que diariamente se enfrentan a las inclemencias del reciclaje de latas, cartones y botellas.
Lo que parece ser un tema menor, en realidad, ha sido abordado con la misma seriedad que un debate parlamentario sobre el cambio climático. Aunque las investigaciones recientes han demostrado que las heces pueden propagar hasta cien enfermedades (¡qué sorpresa!), el verdadero problema aquí es que esas mismas heces, cuando se inhalan en grandes cantidades, pueden causar dolores de cabeza, lagrimeo, y en casos extremos, ¡hasta la pérdida de la vista! Y sin embargo, nos encontramos como si estuviéramos en el medioevo, esquivando bolsas de plástico repletas de mierda en cada parque de la ciudad.
Pero en lugar de abordar este problema desde el temor, hagámoslo desde la innovación. Un grupo de científicos coreanos, más allá de pensar en soluciones para el cambio climático, creó una máquina que convierte la mierda en combustible no contaminante. ¿Te imaginas el día en que tu auto se mueva gracias a una bolsa de excremento canino? O mejor aún, científicos finlandeses descubrieron que en esas heces residen bacterias capaces de curar el cáncer. Mientras tanto, aquí en México seguimos con el rostro compungido cada vez que nuestras suelas se encuentran con la dura realidad del pavimento.
Con una producción diaria de setecientas toneladas de heces, es casi poético que México lidere América Latina en este ámbito. Y aun así, no hemos visto la oportunidad que flota, literalmente, frente a nosotros. ¿Qué hace falta? Una visión más aguda, claro, y un cambio en las prioridades. Porque, como cualquier pepenador finlandés con un BMW puede decirnos, el verdadero oro no está en las latas o botellas, sino en las heces caninas.
Y hablando de pepenadores: México cuenta con alrededor de 25,000 a 30,000 personas dedicadas a la recolección de basura. Estos millonarios potenciales aún no saben que en países como Nueva Zelanda o Finlandia, sus colegas recolectan excremento canino como si fuera diamantes en bruto. La diferencia entre un pepenador mexicano y uno finlandés es de uno a siete, lo cual nos deja pensando que, con un poco de diversificación en la recolección de basura, estos mexicanos podrían superar el umbral de pobreza en menos de dos años. ¡Quién lo diría! El futuro de la economía no está en el petróleo, sino en los desechos de nuestros peludos amigos.
Así que, cuando veas a un perro levantando la pata o “haciendo sus necesidades”, ya no lo veas como una molestia, sino como una fuente de energía renovable. México podría revivir el milagro exportador de los años setenta, solo que esta vez no exportaríamos petróleo, sino… bueno, ya sabes.
Alvise Esteban Calderón Berra nació en la Ciudad de México el 20 de octubre de 1989. Su infancia transcurrió entre Italia, España y México, lo que le otorgó una perspectiva multicultural desde una temprana edad. Es licenciado en Antropología Social por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-I) y cuenta con un posgrado en Estudios Sociales, especializado en Procesos Políticos, por la misma institución. En 2021, fue reconocido al recibir el premio de la editorial YoPublico por su libro de cuentos Monógamos y Mutilados. En 2023, cursó el XIX Diplomado en Creación Literaria Xavier Villaurrutia, consolidando así su formación en el ámbito de la literatura. Además, en 2017 fue becado para participar en el taller de periodismo narrativo impartido por Leila Guerriero, organizado por la Fundación Gabriel García Márquez. A lo largo de su carrera, ha colaborado con diversas publicaciones como Filopalabras, Contralínea, Nexos, Tierra Adentro, QuehacerPolítico, Edizioni Sud, TecReview, Viceversa Magazine,Regeneración y la Organización Mundial por la Paz (OMPP/WOFP). Su labor periodística ha sido reconocida con menciones honoríficas en las ediciones 49 y 47 del concurso “Punto de Partida” de la UNAM en 2019 y 2015, respectivamente. En 2015, Alvise también incursionó en el ámbito audiovisual como guionista del corto-documental Entre la alta tensión y la buena suerte, el cual obtuvo el primer lugar en la sección de corto documental en el VIII concurso “Hazlo en cortometraje” organizado por Cinépolis y Fundación Bancomer.