La casa maldita

Crispina tejía sus mantitas artesanales en su silla mecedora mientras se avecinaba un fuerte aguacero. Aquellas nubes lóbregas y relampagueantes parecían estar formadas por la misoginia de Vicente. Cuando de pronto, comenzó a tronar el cielo, y su soledad fue interrumpida por un ser de oscuridad, un morador de las tinieblas, que, bajo el dominio de los celos enfermizos, empuñaba un filoso machete.
-¡Crispina! ¡Deja de hacer tus chingaderas! y dime “¿dónde andabas ayer tan noche?”—gritaba enloquecido el muy cabrón del Vicente al despertar vuelto mierda tras un mezcal.
Con una expresión de horror en su rostro, Crispina se levantó de la silla dirigiéndose hacia un altar de la Santa Muerte adornada con rosas rojas, encendió una vela y rezó nerviosa en susurro:
-Para mí ya estás muerto, abandona esta casa demonio, no perteneces a este lugar.
Sin embargo, las humillaciones y los insultos sobre las viejas paredes de adobe se aferraban reclamando la posesión de la casa, pero, sobre todo, el alma de Crispina para llevársela al más allá.
-¡Si no eres mía, no serás de nadie más, desgraciada!
Pero la anciana rezaba aún más fuerte implorando a su Santita que la protegiera de todo mal.
-Para mí ya estás muerto, abandona esta casa maldito, no vuelvas a este lugar.
En ese instante espectral, quemó la foto de su cuarto marido, apagó la flama de un soplo y la arrojó dentro de un frasco lleno de un líquido viscoso. Aquel hombre deplorable, regresó arrastrándose hacia el sótano donde yacía un cadáver plagado de telarañas con un machete incrustado en la cabeza. En segundos la puerta se cerró de golpe y un silencio acompañó a Crispina esperando ver desterrado al último de sus demonios. La lluvia cayó y ella volvió a tejer.

  

Texto seleccionado en el concurso “La cabra negra y sus mil relatos” 10a. Edición del círculo Lovecraftniano y horroe 2024.

1 comentario

  1. Espeluznante tu cuento Álex. Felicidades!!!
    La valiente Crispina no se deja de ningún hombre. Aguas!!!

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