Propaganda vivípara y otros poemas

PROPAGANDA VIVÍPARA

No puedo esbozar mi niñez colgada de un pasamanos.

La veo enganchada en la carnicería junto

A la cabeza de cerdo como seña de infortunio.

Podría quebrar otra probeta, pero no es suficiente.

Los motivos de mi tristeza son los mismos.

Quizás si se naciera de otra forma, si otra la placenta

Otros los ovarios, y no los tubos tan frágiles.

Si esta uniformidad tuviera otra cabeza,

No mi hocico que gotea sobre la plancha

Y no mis párpados entre el carnicero y su cuchillo.

Si la congoja no fuera el pernil expuesto a las moscas

Como la carne del cerdo y sus gritos, sería otro el futuro,

Y no este mundo que rueda por las calles

Donde es tan fácil disolver en ácido cualquier signo de voz.

VIEJA TEORÍA DEL CONFLICTO

Mis manos yendo de un lado a otro

chorreaban miedo.

El trozo de espejo que alguna vez cortó

mis pesadillas

se impregnó de angustia, y mis cabellos

atorados a la máquina de mi garganta

fueron tirando de mis ojos

hasta hacerlos llorar.

Es el patio de la desesperación.

No sólo los gallos corren decapitados

en la primera plana del diario.

Un sujeto se voló los sesos

y la bocina del Volkswagen

va de un lado a otro chorreando la nota.

Consciente de que en la ranura del olvido

todo se hunde                                                                     

contemplo la locura sin cabeza

correr entre mis sueños.

EL VIENTO LLEVA RESTOS DE PELO

Lleva colgados mis ojos

y los hijos quemados

como par de zapatos a la espalda.

Lleva el árbol en mi cuello

donde habré de columpiar

sin que los pies toquen el piso.

Lleva tras de sí

el desplome de un mundo

sin creencias

y el último respiro

de una generación cansada.

A NAZIM HIKMET

Supo que lo quemarían vivo

y arrancó de su brazo toda la angustia

como jalando el hilo sin fondo

de cualquier camisa rasgada.

Acto de sedición negra.

Se llevó la carne y no le importó.

Jaló de tajo la línea roja de su brazo

y salpicó toda su formación marxista.

Su sangre estaba escrita en verso libre.

Veinticinco años de cárcel

no le bastaron para extraviar

su ideología vestida de sueños.

Ante el desplome de sus joyas

quemó el panfleto de la fetidez.

En la plaza todos aplaudieron

al creer que era un ilusionista.

Tesalónica nunca borró

de sus mosaicos el olor a carne quemada.

1 comentario

  1. Felicitaciones a Armando. A la velocidad de sus palabras se siente cada poema en el cuerpo, en el alma!!!

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