Camina con desgano en senderos arcillosos. Una piedra puntiaguda se clava en el talón. ¡Qué desatino! Lágrimas asoman y acompañan a los recuerdos. Odia sentir autocompasión. ¿Cuántas veces recorrió esos caminos con los pies descalzos y el sol inclemente sobre su cabello revuelto? Tieso por el salitre y lleno de liendres. Hubiera deseado que su madre le pasará un peine y la espulgara. Ella no sintió ese amor tierno. Corrijo, nunca sintió amor. Su progenitora, postrada, las venas le supuraban muchos colores y la peste era insoportable. Ni su apariencia de espantapájaros polvoso y deshilachado detuvieron los abusos de su padrastro.
Nunca olvidará el nauseabundo olor que dejaron en su piel la mezcla de semen, alcohol y cigarro. El día que trató de lavarse con legía. Restregaba sin parar, como autómata, hasta que la piel le sangró. Llanto doloroso, ahogado, que su madre no supo escuchar. Mercancía de intercambio.
La interrumpe una voz femenina. Maestra, su turno. Escucha a lo lejos las ovaciones del público. El teatro está a reventar. Cada vez que se presenta agota las localidades. Toma su chelo. Como es su costumbre evita ver el piso. Sus zapatillas de aguja la separan varios centímetros del suelo. Se sienta con elegancia. El cabello recogido de manera impecable. Cara lavada, casi transparente. Ojos opacos. Arregla sus partituras. La maestría con la que arranca sonidos de su chelo recuerdan voces humanas, particularidad de este instrumento. La crítica ha puesto sus ojos en la gran violoncelista Violeta Diez. Su ejecución es magistral. La ovacionan de pie, esas cuerdas hacen llorar. Estremecen, calan en lo más profundo. Su rostro disfruta cada vez que el puente roza la primera cuerda, la más aguda. Ese primer roce es el disfrute máximo para ella. Un brillo invade sus ojos. La segunda cuerda se tensa, la afila. Un cuchillo. Arranca quejidos. La multitud la aclama. Ella, niña, allá, en su infancia, siente un desahogo.
Nació en 1969. En Ciudad de México. Es bióloga egresada de la Facultad de Ciencias, UNAM. Ha trabajado por 20 años en el Instituto de Ecología, UNAM. Su experiencia se centra en la Conservación y Manejo de Vertebrados. Mención Honorífica y cándidata a la medalla Alfonso Caso en Doctorado en Ciencias Biológicas.
Realizó el diplomado en la SOGEM con mención honorífica en la segunda generación en línea marzo-agosto 2022. Recientemente publicó su primer libro Señora de la noche, microrrelatos presentados en la Biblióteca Central Manuel Cepeda Peraza el 19 de agosto de 2022. Ha publicado un par de cuentos en Aquitania ediciones, en Mujeres en el Enjambre editorial Sisimique, en la Nigüenta que cuenta programa de Costa Rica ha relatado sus cuentos. En la Revista SOMA, arte y cultura de Mérida, Yucatán México han hecho una reseña sobre Señora de la noche por Óscar Muñoz como una narrativa embrujada. En la Jornada Maya el maestro José Juan Cervera la nombró Intimidades nocturnas, el maestro Froylán Escobar también escribió su reseña en La Libélula Vaga. El cuento de Magnolia Tango ha sido publicado en editorial Aquitania y SOMA igual que Tiza negra y Muerte natural en la Revista el Cardenal Revista Literaria. Participó en la FILEY presentando el libro Señora de la noche el día 17 de marzo de 2023. Entrevista para Performance radio el 04 mayo de 2023. Lectura de cuentos para creadores de mundos en línea patrocinado por La Bigotona librería y letras insomnes. Tertulia literaria en la noche blanca de Yucatán en la Plaza Santiago el día 13 de mayo de 2023. Acaso muere la sombra será presentado en la VI Feria Latino Americana del Libro en Cartagena de Indias el 23 de julio.
Felicitaciones a Osiris. Gran sensibilidad en sus letras!!!