Prohibido por dios

Cada día, observo con creciente inquietud cómo un número cada vez mayor de seres humanos se sumerge en esa peligrosa idea, en ese pensamiento prohibido que parece ejercer un imán sobre sus mentes. A pesar de mis esfuerzos por erradicarlo de su inconsciente colectivo, persiste, desafiante, como una sombra que se niega a disiparse con la luz del creador.

No debí darles libre albedrío. ¿Acaso deberían los mortales tener total autonomía sobre sus pensamientos, sin límites impuestos por una guía divina?

“¿En qué estaba pensando?” y “Olvidé lo que estaba pensando” resuenan como eco en mis oídos cada que borro esa idea de sus mentes. Sus reacciones, una mezcla de confusión y frustración, revelan la lucha interna entre su libre albedrío y las barreras impuestas por lo que algunos llaman la voluntad de Dios.

Témanme, pero no me odien. Es que hay pensamientos prohibidos por Dios.

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