Se dice que The Moonlight Man es conocido como el hijo de la luna en algunos lugares, un monstruo misógino trastornado que trabaja en la segunda caja del Oxxo. Dicen es un espectro albino que toma el color de la noche.
Él cree que fue el hijo no reconocido y abandonado de la ya tan famosa niña de: se venden, se compran, colchones, refrigeradores, estufas o algo viejo que vendan. O al menos eso fue lo que la monja del orfanato del Paso Texas le contó. Fue concebido en una noche de tormenta, entre colchones enmohecidos, con el aroma de todos los fluidos humanos y animales.
El padre como muchos otros, se fue por cigarros antes de su nacimiento, la madre, en un acto de valentía quiso cruzar la frontera para darle una mejor vida a su hijo, pero no lo logró: se convirtió en un habitante más del Río Bravo. La monja le repetía y repetía que de haber sido amado por su madre lo hubiera llevado con ella, pero ni siquiera había sido valioso para una pepenadora, un monstruo como él, no era deseado ni por la muerte.
Los primeros años de su vida los pasó entre ilegales buscando una identidad perdida y la encontró entre las historias que contaban esos hombres de distintas nacionalidades. Un americano cruzando libremente las fronteras. Trabajó en toda tienda que vendiera tabaco, fantaseaba con encontrar a su padre, buscó en cada hombre calvo y sin cejas algo que le diera una pista, nadie era como él, blanco como cadáver, negro al llegar la noche.
Fue en una de esas tardes aburridas, de cuando se abre la segunda caja voluntariamente, que él obtuvo una pista, un venezolano le dijo: pasada la medianoche a orillas del Río Bravo todos los hombres y mujeres se transforman, así sucedió como comenzó a vagar entre la corriente de un río que nunca lo tocaba.
La primera vez que ayudó a un inmigrante había sido por casualidad, un jovencito que luchaba por mantenerse a flote, llorando y gritando ¡Mamá! El sí reconocía esa palabra, aunque nunca la hubiera podido decir y lo salvó. El adolescente, a cambio, le hablo de su madre. El hombre de la luna, The Moonlight Man, se dio cuenta de que todos los mojados, justo en el momento entre la vida y la muerte recordaban con mayor nitidez, belleza y añoranza a sus viejitas.
Siempre quiso sentir ese calor del que hablaban. En una ocasión, cuando ayudaba a huir a un guatemalteco y lo logró esconder en una cajuela, lo escucho decir: si mi madre estuviera aquí, cantándome al oído, esto sería como regresar a su vientre. Desde entonces le ha dado por buscar a mujeres solas en los estacionamientos, meterse con ellas a la cajuela y pedirles que le canten se venden, se compran… a todas las ha tenido que matar, aun no encuentra a esa mujer que le haga recordar a su mother.
Sofía Ortega. 1977 – Hidalguense de nacimiento. Mercadóloga de profesión, adicta a las letras, fanática de la neurociencia, seguidora de la antropología, fan de la fotografía-arte visual, obsesiva de los materiales y enferma de los perfumes-aromas. Conoce su canal : https://www.youtube.com/@SofiaOrtega
Felicidades!!! Me gustó mucho la historia contada desde otro ángulo.
Una perspectiva brutalmente terrorífica y actual.
Felicitaciones, Sofía. Tus personajes siempre tan bien logrados.
Fabuloso! Felicidades.
Como toda buena ficción, se puede hacer más de una lectura en este texto. La figura del monstruo como medio para hablarnos de temas más crudos y reales.
Felicidades! , me gustó y pude adentrarme en la historia aunque con algo de temor…