La que me gusta se ha mirado desnuda al espejo y con el ceño fruncido se ha dicho “estoy gorda”, y luego aprovecha para mirarme a mí también y sentenciarme; “mañana comenzamos el ejercicio”. Hay veces que uno reconoce la derrota desde lejos, como un poder pesimista que desafortunadamente nunca falla. Me resigné. No sin antes
embarrarme más y asegurarme que me gusta como es, como ha sido y como será. No sirve de absolutamente nada, estoy postrado ante ella como un perro fiel, como un enamorado primerizo.
Entonces nos inscribió a un reto para bajar de peso de esos en los que te puedes ganar dinero o viajes, por tener la mejor transformación. Hay casos visiblemente expuestos. Mutaciones extraordinarias. De una panza pambolera a un abdomen playero. Mujeres que pasaron de las tablas lastimeras a curvas catastróficas. Viejitos de piel de
bufanda a pectorales que parece que hablan. Me imaginé así, con sonrisa encantadora y presumiendo mi escultural cuerpo en la playa, con apenas una tanga que muestre mis dotes.
El problema comenzó cuando tuve que romper relación con la cerveza,
recientemente habías reconciliado, y hasta habíamos intentado abrir nuestro panorama incluyendo el mezcal, el whisky, incluso un lastimero bacacho. Para que nuestra ruptura no fuera tan abrupta bebí cerveza baja en calorías hasta que su simplón sabor me alejó totalmente. Chale.
Por cuatro semanas nos la pasamos comiendo verdurita y pechuguita, huevo y más ensaladas, nada de monchis, nada de nah, ejercicio y cocinar y esas cosas. La depresión se me fue un poco, pero es mentira que sólo cambiando los hábitos se esfuman las ganas de existir. Todo seguía doliendo, pero ahora las piernas, las nalgas, la espalda y el cocoro.
Les resumo que no ganamos, que los ganadores fueron otros que hasta la celulitis desaparecieron, que se marcaron más allá del resorte del calzón, pero nosotros no quedamos mal parados, se nota como mi panza chelera pasó a ser una panza cualquiera. La que me gusta no dejó de gustarme, incluso cuando despierta con el odio al mundo y su trabajo llena de legañas y sueños por cumplir.
Editor, escritor y promotor de lectura. Ex godín alcohólico, poeta frustrado. Ciclista emergente. Eterno padre de Camila.