Japón con premeditación, alevosía y ventaja

Que llega el escritor José Agustín, y para no quedarse atrás con Gustavo Sainz, le dice a la directora del programa, la doctora Elena Uchurrurtu, que estaba más guapa y brillante que nunca: lleva a otros dos de tus mejores estudiantes, yo invito. Fue así que tres de tus colegas y tú viajarán a Japón para hablar sobre literatura mexicana y latinoamericana.

La cultura nipona es fascinante, con toda razón José Juan Tablada quedó encantado y decidió adoptar el haiku para crear poesía. Aunque no lo parezca, lo mexicano está de moda, y no sé desde cuándo acá están interesados en lo que hacemos o dejamos de hacer, o bien: qué escribimos o dejamos de escribir. El congreso es sobre Literatura Latinoamericana, sin embargo, los temas que quieren que se aborden, en una mesa especial de análisis, son sobre la identidad mexicana.

Cómo quisieras que tu querido compañero Ariel Zafarbek estuviera contigo para contarle todo lo que te ilusiona este viaje, de estar contigo como cualquier otro día, de seguro ya le habrías invitado dos o tres sándwiches de los que más le gustan. Japón, Japón, qué dulce y fascinante cultura, desde muy joven comenzó mi interés hacia ese pueblo milenario del sol naciente, a través del manga -de Osamu Tezuka- aprendí a hablar y escribir japonés, toda una vida siguiendo la obra de Akira Kurosawa y la poética de sus películas y qué decir de las bellísimas películas de Hayao Miyazaki.

 La selección -según dice la junta académica del programa- fue ardua y re-que-te-complicada, tanto talento reunido requería incluso prueba de traje de baño, carta de antecedentes no penales, y un historial clínico familiar para saber que estando en la antípoda geográfica (o casi, casi) no dejáramos en mal, en primer lugar, a la institución, y después a la matria misma. Eso de que nos inviten, que se preocupen por nuestra cultura, que nos publiquen las ponencias, que nos regalen libros, que nos paseen, ¡y todo pagado! Sí que ameritó una cuidadosa selección en la que participamos todos los que ingresamos esta generación al programa.

Las ponencias fueron el instrumento principal para la selección de quienes estamos ahora en el aeropuerto internacional Benito Juárez esperando a abordar el avión que nos llevará hasta Los Ángeles y de ahí a Japón. La doctora Elena, que por cierto es experta en José Agustín, hizo una hermosa recepción en su casa acompañada de su esposo para dar la bienvenida oficial a la nueva generación del programa, veinticuatro investigadores, y aprovechó la reunión para dar a conocer los nombres de los felices ganadores del viaje al congreso a Japón. Y como en todo evento dejaron para el final lo realmente importante, antes se leyó el contrato que cada persona firmó con el programa de investigación, la directora comentó todos los accidentes más comunes que pasan durante el post post-doctorado -pobrecitos los que desobedezcan-, y queda prohibidísimo llegar ebrios a los seminarios. Diré el nombre de los escritores y el título de las obras que abordan las ponencias que fueron elegidas, dijo la doctora Elena, así que cuando yo las mencione, ustedes sabrán quiénes irán al congreso, solo elegimos ponencias sobre dos autores mexicanos y dos autores latinoamericanos. Los autores son: Julio Cortázar con Casa Tomada, Josefina Vicens con El libro vacío, Mario Vargas Llosa con La fiesta del chivo, y José Emilio Pacheco con Las batallas en el desierto.

Fue en ése momento cuando te enojaste, el rostro se te descompuso, trabajaste todo el mes en tu ponencia sobre Jorge Ibargüengoitia Instrucciones para vivir en México y no puede ser posible que no hayan elegido tu trabajo. Si los temas de la ciudad e identidad son tu especialidad, fue tu tesis de maestría, doctorado y postdoctorado y ¡no fue elegido!, ¡pero por Dios! son idiotas o qué, pero si tú les traes muchas conveniencias, sabes hablar japonés y en Japón les puedes ser de gran utilidad. Por humanidad, ¿cómo no pensaron en ti?, sí saben que te encanta ese país, amas a Haruki Murakami.

¡Noroi! ¡Noroi! Sumimasen, sin embargo…Todos tenemos rutinas y en las rutinas hay accidentes, fue lo primero que atravesó por tu mente, pero hubo una cuestión, que tuvo que ver con una revelación divina, con la expansión del universo, y con que la luna gira al rededor de la tierra, una verdad que sin poder dudar, tú, Dionisio, poseíste desde que la doctora Elena finalizó el evento con la felicitación a cada investigador: tú eras quien seguías en la lista de postulados para asistir al congreso, quedaste en quinto lugar, casi va al viaje Dionisio, comentó la doctora Uchurrurtu.

Tú eras el número cinco, tan es así que ahora que anuncian el vuelo a Los Ángeles, te complaces, lograste ser número cuatro. No dejaste pasar esta espléndida oportunidad de ir con todo pagado a conocer la Tower Tokyo, la zona Harajuku y el santuario Meiji, la torre Sky, por decir algo, ¡ah! tantos lugares hermosos que te esperan. Sabrás al llegar a Japón que existe una fiesta, día de asueto, para celebrar el día del niño -5 de mayo-, hasta hacen una bebida especial de arroz y todo un ritual, pero para el día de la niña -3 de marzo- no hay asueto, ni ritual ni bebida, el patriarcado lamentablemente triunfa en todo el mundo. Será un viaje extraordinario.

¿Qué pasó con la ponencia sobre Las batallas en el desierto? Todos tienen que saber que no fue nada personal contra el número cuatro: Ariel Zafarbek (ruso de nacimiento, naturalizado mexicano, muestra de lo multinacional de nuestro país), y mucho menos tuvo que ver con la ponencia sobre Las batallas (a ti te encanta esa novela), solo y todo fue cuestión de hacer un arreglo.

Lo primero que tuviste que hacer fue armar un plan, con el propósito de conocer todo sobre Zafarbek, saber de dónde viene (y no te refieres a Rusia, sino antes de llegar al post, post-doctorado), qué formación tiene, cuáles son sus pasiones, sus líneas de investigación, su preferencia sexual, sus hábitos alimenticios, e incluso investigar si toma café o no, uno tiene que saber todo o lo mayor posible con precisión, para identificar donde se puede originar el conflicto que nos puede llevar a un casual accidente, tal cual como planeaste que ocurriera. Mientras pides un whisky doble a la sobrecargo piensas en Ariel, en sus hermosos ojos verdes, después de todo, él estaría feliz de verte viajando hacia el sol naciente ¿o no?, uno quiere lo mejor para sus seres amados. Desde la reunión donde se dieron a conocer los ganadores te acercaste a él.

Conoces bien la obra poética de José Emilio Pacheco y fue el medio que te llevó a Ariel, poder iniciar la conversación, y poco a poco, ir descubriendo detalles que se obvian en el día a día, descubriste que tiene pequeños vellos sobre los brazos que brillan dorados con la luz, tiene ojos con infinitos pigmentos verdes, ocres y azules, su aliento sabe a menta, y lo mejor de él es su fresca mente, su maravillosa conversación, si no fueras heterosexual podías enamorarte de él, ser feliz viviendo a su lado, como fingiste pretender.

Al parecer a Ariel le gustan los hombres fornidos, toma café todos los días sin azúcar y vive solo. Sus palabras son duras y directas como son o suelen ser los rusos, concisos y cortantes, pero a diferencia de sus primos y primas rusas delgados, él tenía una ligera cualidad que no se ve a primera vista, tiene obesidad. He aquí el talón de Aquiles. Ariel pesa al rededor de 100 kilos, es alto por lo que no es evidente esta condición, esto significó una grieta importante, y que sería definitoria, el destino te favorecía con dos áreas de oportunidad: sobrepeso y otra más delicada, que jamás imaginaste y que con tu astucia descubriste pronto: diabetes.

De las dos enfermedades que adolecen los mexicanos (y Ariel aunque no tenga el gen mexicano se contagió de nuestros padecimientos) pensaste que la segunda era la más importante, tu carta fuerte. El problema de la diabetes radica en un alto nivel de glucosa en la sangre y eso el cuerpo de Ariel ya lo hacía, entonces no sería tan difícil. Ariel se inyectaba insulina todos los días, investigaste qué condiciones le podrían ocasionar un accidente dentro de la rutina: una sobredosis de insulina o bien la ausencia total de insulina en su organismo. ¿Serás capaz? te dijiste la noche en que preparaste un reemplazo de las frágiles botellitas de insulina que Ariel guardaba en su refrigerador, compraste unas idénticas y las llenaste de agua, mientras él dormía después de una larga noche de baile contigo y promesas de amor romántico, tú reemplazaste los frascos y moviste las etiquetas. Solo aparentemente fue cuestión de esperar.

Efectivamente, eras el número cinco en la lista, cuando avisaron del terrible accidente de Ariel, no dudaste que tú seguías. Ante ésta eventualidad que nos acongoja en el programa de investigación, el lugar de su compañero Zafarbek será dado para el investigador que siguió mejor evaluado tanto en la ponencia que propuso para el congreso, así como en todos los aspectos que la junta académica contempló, muchas felicidades Dionsio, dijo la doctora Elena.

Lo de los trámites migratorios fue rápido, siempre has contado con la visa gringa para entrar sin problema a los United, cambiar el usuario del boleto fue fácil, el asistente de la directora del programa fue muy amable, te resolvió todo el papeleo, y ya tenía un gran tour planeado, unos días en Tokio para conocer el Japón tradicional, visitarían Shinjuku, Shibuya, Harajuku, Asakusa, y Roppongi, y para conocer lo moderno -si es que existe realmente esta palabra, o mejor pensemos moderno como sinónimo de cosmopolita- se visitará Kyoto, el Ryoan-ji, el pabellón dorado, y el Kiyomuzi-tera. Cambiaste suficiente dinero a yenes a tiempo y a muy buen tipo de cambio.

Ahora en el departure gate de Los Ángeles, que por cierto llegaron retrasados en un vuelo de Aeroméxico, esperan abordar un avión de Delta Airlines que los llevará directo a Tokio, piensas que no fue tu culpa haber hecho este ligero ajuste en el destino, sino el destino fue tu mejor aliado.

Pediste un whisky y mientras lo bebes, sientes ligereza, sabes que no tienes las manos sucias, o al menos te quieres convencer de eso, pero simplemente haber pensando en hacerle daño a Zafarbek te convierte en un ser miserable. Después de que intercambiaste la verdadera insulina por agua supiste que no podías seguir con el plan, supiste que si dejabas los falsos frascos en el refrigerador perderías toda tu tranquilidad por el resto de tus días, Japón podría esperar, te dijiste cuando abriste el refrigerador y regresaste la autentica insulina, acto seguido abandonaste el departamento, Japón puede esperar, te repetías para tus adentros, mientras llorabas de rabia en el Uber hacia tu casa. Ariel te caía bien, era un hombre jovial y amoroso a pesar de lo frío que aparentaba, las semanas que habías convivido con él habían sido de alguna manera divertidas, jamás pensaste que la comunidad LGBT tuviera tantos códigos secretos y tanta riqueza en su lenguaje y formas de ser, no podías hacerle daño alguno, más cuándo él te abría con toda sinceridad y empatía su vida.

Cuando la doctora Uchurrurtu informó sobre el accidente del Dr. Ariel Zafarbek, te pusiste pálido y sentiste que te arrancaban las entrañas desde el centro del estómago, estabas seguro que habías dejado la insulina verdadera, ¿qué pudo haber pasado?, los compañeros más insensatos bromearon que se había ahogado con un bocado de sándwich, porque efectivamente encontraron un sándwich a medio comer en la cama justo al lado de Ariel. Pero, gracias al cielo solo le había dado un infarto por una degeneración grasa del miocardio debido a la obesidad, muy probablemente en el instante que tú te arrepentías de intercambiar los frascos, para fortuna de todos, y sobre todo de él, no estaba muerto. Ahora se encontraba recuperándose en un hospital. Le llevaste flores y le dijiste que te pesaba disfrutar el viaje en lugar de él.

Avisan que ha comenzando el aterrizaje al Aeropuerto de Tokio. Piensas en Ariel,  a lo mejor después de todo, puedes seguir a su lado.

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