Allá (un dedo que apunta al cielo).

Cause he knows it’s all worthwhile
David Bowie “Starman”

4, 3, 2, 1, ahora.

La tarde del 24 de junio llovió como nunca antes en la ciudad de Cuernavaca. Él había quedado de verse con Carlos y Dayán para cenar algo y tomar una chelita, pero ambos cancelaron. Recuerda que mientras esperaba el transporte público, llegaron las cancelaciones al Whatsapp, primero la de Dayán después la de Carlos. Regresó a casa con sed, esa que se conoce como: sed de la mala. Esa tarde anhelaba hablar con alguien. No fue posible.

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Caminó rumbo a casa. La colonia Alta Palmira se levanta sobre una colina al sur de la capital morelense y al norte del municipio Temixco. Ahí, dicen, el que busca encuentra. La tarde se descomponía paulatinamente, las nubes que venían del norte eclipsaban el firmamento. Entró a casa, caminó al refrigerador y tomó unas cervezas. Cruzó la estancia y subió a su habitación. Sentado sobre la cama destapó la primer botella, bebió largo, eructó corto. Una violenta ráfaga de viento golpeó la ventana.

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Su dedo índice liberó el acceso a su teléfono de origen chino. Spotify le mostró una nueva playlist disponible; la efectividad de la inteligencia artificial resultó incuestionable, David Bowie gritaba “There’s a starman waiting in the sky” mientras el día se opacaba con ráfagas de viento carentes de empatía. Para Pablo resultó obvio conectar lo que sucedía ante sus ojos: el clima, el mensaje de Bowie y aquella ausencia que parecía engullirlo todo. 

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Pablo pensó en el suicidio, en irse con él, “i had to phone someone so i picked on you”, bebió largo. Dejó caer la botella vacía sobre la cama, tomó una nueva, giró el destapa fácil, “hey, that’s far out, so you heard him too?” no, no pudo escucharlo, ni verlo, ni despedirse, ni nada. El piso once reservado para pacientes COVID era un hoyo negro que lo consumía todo. “There’s a starman waiting in the sky” la lluvia comenzó a caer temerosa de ensuciar las calles, las casas, todo. Segundos después agarró valor. “but he thinks he’d blow our minds”.
Un sonido familiar lo sacó de su letargo, una nueva notificación en el smartphone. “Dayán tiene una relación con Carlos”, inmediatamente después, “Carlos tiene una relación con Dayán”. Pablo volvió a mirar por la ventana, “he’s told us not to blow it”.

Ahora
Cause he knows it’s all worthwhile”. Pablo sonrió.

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