“Dinner with me, i can’t cancel that again”
–Grinch
Para Adam todos los recuerdos de Navidad eran similares. En nochebuena, mamá, papá y él, se sentaban en la mesa de aquel pequeño departamento del barrio Hell’s Kitchen. Su madre siempre cocinaba algo sencillo como sandwiches de jamón o taquitos fritos de frijol con salsa verde, sus favoritos. En 2016 la cena fue espagueti con cuadritos jamón y crema. La celebración de noche buena era siempre la misma para la pequeña familia y muy similar para todos los migrantes indocumentados. Adam no conocía una forma diferente, para él, cenar en familia, era lo más importante. Nació en Nueva York, hijo de morelenses, su mamá de Panchimalco y su papá de Galeana, ambos del municipio llamado Jojutla, en el Estado de Morelos.
Al inicio del año 2017 se presentaron muchos problemas en N.Y., la ciudad fue escenario de multiples manifestaciones en contra del presidente y sus políticas migratorias. Adam entendía poco de la situación y veía a sus padres preocupados y silenciosos. En mayo su madre perdió el empleo, la empresa para la que trabajaba decidió despedirla para evitarse problemas con el gobierno. Su padre perdió el empleo poco tiempo después. Por primera vez celebraron los tres juntos su cumpleaños, el 20 de noviembre. Mientras las velas de cumpleaños ardían sobre su pastel, el deseo de Adam fue ver felices a sus papás. Pasaron varios minutos en los que la familia platicaba, cuando…
–Adam, tu mami y yo te tenemos una sorpresa. Hijo, tú sabes que eres lo más importante para nosotros y hemos estado hablando de nuestro futuro como familia. Queremos decirte que pronto nos regresaremos a vivir a México.
Su mamá no pudo contener las lágrimas. Adam se quedó callado, no conocía el país de sus padres, se podía decir que entendía el español, pero no muy bien y hablarlo no le gustaba.
–¿Qué opinas, Adam? –preguntó el papá
–Si vivir en México los hará felices, entonces puedo decir que se me ha cumplido el deseo -sonrió.
Adam abrazó a sus padres que en ese momento lo rodeaban con sus brazos, como dos enormes nubes incapaces de contener una lluvia de lágrimas agridulces. Los preparativos para regresar a México fueron muy rápidos. Las pertenencias de la familia eran limitadas, algo de ropa y artículos de aseo personal. Era común entre los trabajadores indocumentados vivir con lo mínimo indispensable por el constante peligro a ser deportados.
A principios de diciembre se vio por última vez a la familia de Adam por las calles de la gran manzana. Abordaron varios camiones con destino a la frontera mexicana. El regreso a casa.
*
Durante los primeros días de su llegada, Adam aprendió una buena cantidad de groserías en español. Su estancia en la Escuela Primaria 10 de Abril había transitado entre burlas ocasionadas por su aspecto, acento y torpeza en el fut. El calor para él era insoportable, pero veía felices a sus papás, como lo deseó. Detestaba la vida mexican style, rodeada siempre de gente, música, fiestas y cohetes. Esto último le quedó claro el 12 de diciembre.
Su padre había conseguido una chamba en las obras de remodelación del estadio “Agustín Coruco Díaz”, y pasaba muchas horas con sus compadres, amigos y cervezas. Su mamá no salía de la casa de sus tías, cocinaban juntas y veían telenovelas. Los fines de semana su papá se iba a jugar fútbol con sus amigos y su mamá al tianguis con sus hermanas; nada era como antes. Él prefería quedarse en casa, añorando el frío, el frío de Nueva York.
La proximidad de la Navidad le hicieron suponer que las cosas mejorarían, aunque estaba seguro que no vería nevar y eso le molestaba. Todos los recuerdos de su infancia, coloreados por la amplia variedad de grises de la ciudad de los rascacielos, ahora se habían transformado en paisajes llenos de color, verdes, naranjas, amarillos, azules y muchos más. Lo único parecido a la nieve era ese detestable tizne negro que descendía desde cielo arrojado como confeti por el ingenio azucarero.
Adam extrañaba más que nunca su vida en la Gran Manzana, deseaba el regreso de su Navidad, sencilla, con taquitos fritos o sandwiches de jamón. Añoraba los tiempos cuando su familia conversaba de sus vidas y no de los demás, cuando el frío congelaba hasta el alma, y todo era gris con destellos blancos. Adam supo con seguridad que esas fiestas no eran su Navidad, tampoco regalos, desveladas, exceso de comida y alcohol, que familia no son multitudes y llegó a la conclusión que en Jojutla nunca habrá Navidad.
(Cuernavaca, Morelos 1976)
Egresado del Diplomado en Creación Literaria de la Escuela de Escritores “Ricardo Garibay” del Estado de Morelos.
Me gusta mucho tu estilo, franco sencillo, directo. que buena historia amigo!
Me gusta mucho tu estilo: sencillo, franco, directo. Buena historia amigo!