diosa

UNA SOLA VEZ

En las coordenadas 13°48’58.1″N 53°01’36.8″E, la embarcación pesquera varó. Después de varios días de oleajes intensos y luces eléctricas entre el mar y las nubes, el viento nos abandonó. Quedamos suspendidos en un espacio de aproximadamente unas cinco millas náuticas.
Los hombres estaban agotados, querían mover el pequeño navío, pero sólo habían conseguido dar vueltas. Todos estaban preocupados, la luna se hacía cada vez más visible y el mar más opaco. Rendidos los nueve hombres y yo nos recostamos sobre la espalda para perdernos en el cielo. Poco antes de alcanzar a mis compañeros en un sueño profundo, logré ver lo que parecía una diosa vestida de pequeñas galaxias. La embarcación se transformó en un submarino en el cielo anticuado. Ella nos abrió sus brazos con dedos de astros en señal de bienvenida. De pronto el mar se convirtió en el techo y las nubes en la espuma del mar. 
La gente del pueblo ya nos había advertido que tuviéramos cuidado porque podríamos quedar estancados en la nada. Contaban historias de polos invertidos que volteaban las entrañas hacia la cabeza; de hombres enloquecidos y de gaviotas nocturnas que gritaban sin abrir el pico. 
La diosa me miró y su rostro abarcó a todo nuestro navío. Sentí escalofríos y un miedo intenso me robó el latido del pecho. Miré a los pescadores, todos tenían una delgada capa de hielo sobre la piel y escarcha sobre los párpados. Ninguno elevaba ni hacía descender su pecho. 
Muy cerca de mi rostro una ola de fuego se levantó y en su luz pude ver mis últimas veinticuatro horas en tierra firme, antes de abordar el buque pesquero. Parecía un filme sin sonido. Me ví en casa, estaba preparando mis herramientas, cabos, aparejos, anzuelos, redes y mi pipa de la suerte. Me gustaba perder el tiempo los días de descanso. Antes de irme a dormir me ví caminando descalzo sobre la tierra moteada de arena. Bebí whiskey intentando colmar mi vacío. Bebí atiborrandome con la mayor cantidad posible de licor.
Me di cuenta de que nada de lo que había vivido antes, me había sacudido tanto como ese momento en la barca. Siempre me pareció que el sabor del aliento de vida era patético e insípido. 
Dicen que el amor le da sentido a todo, y yo nunca me enamoré, así que ni eso me salvó. Era una campana vacía. Por más que intenté, no amé a nadie. En ocasiones el destino me sorprendió presentándome a una mujer que parecía ser la indicada, pero los huracanes de problemas las ahuyentaron y yo siempre me alegré. Parecía que era mi destino.
La ola de fuego dejó de ser transparente, las imágenes se fundieron en el calor hasta perderse. Regresé a mi nueva realidad, al modesto y viejo navío que seguía suspendido en un mundo de cabeza. 
Me vi envuelto en diferentes azules: el celeste, el marino, el turquesa, el añil, el cobalto y el azul de ella…me ahogaba en tanta plenitud. Ni yo mismo reconocí lo que sentía. La miré a los ojos.
––La tierra está desordenada ––pensé en voz alta.
––Quiero que te quedes conmigo ––me dijo con su voz de cielo.  
La escuché pero no tenía idea de lo que estaba ocurriendo. Una descarga electromagnética me atravesó las tripas y el cerebro. Noté que los planetas a mi alrededor dejaron de rotar y comenzaron a moverse como balones de basquetbol bajo nuestros pies. La tierra y el cielo que antes estaban separados, quedaron unidos por la miel de frutas egipcias. No había aire. Lloviznaban raíces de higueras, y debajo en las nubes florecían huevos de halcón. 
Quise extender mis manos, pero noté que ya no tenía extremidades, mi cuerpo se había convertido en una extensión de tierra. Cincuenta aleteos por segundo de múltiples colibríes hicieron olas en mi centro. Vestía de muchos verdes, de musgo, de helecho, de trébol, del verde espuma del mar, de enebro y salvia.
Todo lo que veía y sentía contrastaba con la forma en la que me recordaba. Humano frágil, mortal y estéril. Cientos de veces humillado y tratado como moneda de cambio por delincuentes, traficantes de madera de acacias. Mil veces sobornado y obligado a mantener hijos violentos. Mi único refugio era el mar. 
Ahí frente a ella, la diosa creadora del universo y de los astros, la personificación del cielo, volví a sentir cómo la fuerza del níquel y el hierro de mi núcleo me orientaron. Tenía tanto sol adentro que las estrellas inertes empequeñecieron. Me brotaron cientos de árboles que al parecer sólo esperaban tierra fértil para existir. Ella me abrazó rodeando a todas las lombrices que me habitaban. Su boca de galaxia me adornó. Mi polvo cubrió a sus astros y mis ríos llenaron sus agujeros negros.
––Te he extrañado, quédate conmigo ––repitió.
––No puedo hacerlo ––respondí inquieto. Reconozco que ahí, por primera vez me sentí irremediablemente feliz, la amaba profundamente, pero también fue inevitable que el vacío me colmara, ¡como siempre! Recordé todo, antes de ser humano fui dios, amé a Nuit pero fue irrealizable. Ahora volví a re-conocer el amor pero no me llenó. Tenía la oportunidad de volver a ella en mi condición divina, pero si antes la vida me pareció fútil, esta posibilidad me resultó mucho peor. Un sinsentido. 
Recordarla a ella, después la manera en que Shu el dios del aire, nos separó para darle espacio a la vida humana, hizo que el magma me quemara. Fue traumático haber amanecido abrazado a una piedra; huérfano, desnudo y hambriento en mi condición de hombre. Ahora me veía aquí con el mundo de cabeza y en la otra cara de la moneda. Si aceptaba y me quedaba, ya no sería frágil ni mortal, pero tampoco tendría a mi pierna triste sobre la que podría recargarse un perro en la calle. Olvidaría que la sal proviene del dolor, pero también del mar. La eternidad no lo es todo.
Con Nuit la felicidad me inundaría, no obstante en esta existencia, al júbilo, regocijo, gratitud, euforia, dicha y entusiasmo, le faltaría lo intranquilo, enfermo, agresivo, hostil, afligido, apenado, melancólico y solitario. Si bajo el cielo no me alcanzaban las noches para embriagarme, aquí entre los azules, no podría terminar de contar lo que hace falta. La infinitud seguiría presente pero de otra forma.
Mientras pensaba en todo eso, ella me miró desconcertada. No me comprendía.
––¿Por qué dudas? ¿Es por ellos, tus compañeros de la barca o por todos los demás?
––Es por mí. No puedo arrancarme la adicción a las ausencias, a los sufrimientos. Prefiero vivir falto de amor que deshabitado de pesar.
––¡Lo humano te ha corrompido! ––estalló. ––Basta el resplandor, la protección, el bienestar… el amor. No tiene utilidad sentir lo opuesto. Si buscas una contraparte, tenemos a la ignorancia, ocurre dentro de Sagitario A. 
––Hace falta mucho más. Tendrías que vivirlo y no sólo atestiguarlo para saber de lo que hablo.
––Sé que la humanidad vive escapando del dolor
––Te dejas llevar por las apariencias. Además, ¿qué nos mantendría enamorados? ¿Qué sostiene al edificio del amor?
––El amor se sostiene a sí mismo. Es sublime.
––Se mantiene inalterable lo que es perfecto. El amor por sí mismo no es perfecto. Para serlo necesita su contrapeso. 
––Aquí todo es grande, universal.
––Allá también, pero de otra forma. Separémonos y dejemos que vuelva el  orden. ––No estaba seguro de lo que decía, estaba atemorizado, no sabía si estaba cometiendo un error.
––¿Cómo sabes cuál es el orden? ¿Por qué no puede ser este el orden? ¿Acaso la humanidad vivía en orden?
––Entiendo… Es cierto que mientras el aire separaba la tierra del cielo, las almas humanas estaban cruzadas. En los sitios de poder había muchos ignorantes e imprudentes; los valientes eran presos políticos; los políticos estrenaban capas de invisibilidad; los invisibles eran tantos que podían ganar cualquier guerra, pero no peleaban juntos. Pero por lo menos hay esperanza y con ella me conformo. 
––¿Cuál es? ––preguntó incrédula.
––Mi esperanza es la certeza de que hay quien encuentra plenitud en el amor, y además asume sus sombras en paz. Su mundo es perfecto.
––No es perfecto, morirás.
––Vivir una sola vez es suficiente.

9 comentarios

  1. Fantástico, me encantó, principalmente la primera parte, toda esa alegoría. Felicidades.

  2. es muy entretenido me gusto mucho imaginarme a la diosa y el lugar en el cual se encuentra el navegante

  3. Impresionante.
    El ser humano subsiste ha base de esperanzas, ya que al final del día es lo único que tenemos.
    Me gustó mucho.

  4. Me encanta mucho la profundidad que tiene el cuento; el navegante y la diosa son unos grandes personajes. Al igual que el ambiente en el que están.

  5. Me pareció muy bueno, me gustó porque conforme lo estaba leyendo me imaginaba lo que pasaba y fue interesante ver hasta donde llego mi mente y mi imaginación con este pequeño cuento

  6. me gusto el como narra el cuento, con detalles y ver como la imaginacion no tiene limites

  7. Es muy bello, la manera en que narra y detalla los acontecimientos, la creación de los personajes y el como te hace razonar o reflexionar en la parte del final, y la imaginación ni se diga, muy bonitos paisajes que pude imaginarme ^ㅅ^

  8. Me gustó la forma de narrar, el ambiente que se creo y la creatividad de la historia.

  9. Me gusto mucho me iba imaginando todo lo que iba narrando es una de las historias que más me an gustado mucho

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