Una vida en tonos pastel

“Aquí tienes un dato que vi en un video: El segundo objeto más vendido del mundo es el Cubo Rubik, superado solo por la Coca Cola”. Hoy hablé con mi amigo Jaime y de entre todos sus chismes, esas palabras se me quedaron en la memoria. Siempre he sido mala con los rompecabezas, recuerdo que tuve un Cubo Rubik cuando era niña, lo intenté un par de meses y lo abandoné. De haber aprendido pertenecería a la mitad del mundo que compra cubos, la otra mitad toma refresco y yo no pertenezco a ninguna. Nunca he pertenecido a nada. ¿Mujeres de edad media con tres gatos, decepciones amorosas y bebedoras de vino? Lectoras de novelas románticas con algunos kilos extra. ¿Somos populares? Imagino un ejército en pijama, cabello largo en trenzas y rebanadas de pastel en el refrigerador. Una marabunta de compradoras en línea.
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No va a suceder.
Abro el navegador de Google y busco: Cubo Rubik. El internet está lleno, los hay de todos tonos y formas. ¡Qué sorpresa ver que el cubo tradicional ha evolucionado! Esferas, pirámides, de llavero o gigantes, con láser, negros, trapezoides, con diferentes niveles de dificultad, en forma de perrito, con cronómetro… ¿quién lo iba a pensar? El universo de los Cubos Rubik.
Decido pedir uno, el más sencillo, en tonos pastel. Si lograra siquiera entenderlo, podría también ser una de sus aficionados. Así funciona, ¿no? Compras algo, te obsesionas, buscas gente que también lo esté y entonces ya no estás ni tan sola ni tan vuelta loca con esos libros. “Esos libros que te absorben la vida”, diría mi mamá. ¿Qué va a saber ella que se pasa todo el día en el Youtube?
Imagino su sorpresa cuando abra el paquete. Sí, debo pedirlo a su casa porque en mi edificio se los roban, estoy segura que es la vecina del cuatro o su hijo, gente sin oficio ni beneficio hay en todos lados y esos dos no parecen de aquí. Ya puedo ver la cara de mamá, “¿ahora en que andas gastando el dinero? ¿Más libros?” Cuando me vea sacar el cubo seguro se acuerda de cuando su hermano Pepe me regaló uno y todos dijeron que ese sí era un juguete para niñas inteligentes. A mí no me gusta acordarme de él; yo lo quería a mi tío, hasta que empezó con eso de estar solos y ser adultos, nunca me gustó. No era de niñas ni inteligentes ni buenas. Pero ahora está muerto… y yo soy una mujer grande que puede comprarse sus propios juguetes.
Ya puedo ver a mamá con sus amigas. Van a decirle que es una señal o el consejo de un galán, ¡al fin he conocido a alguien interesante! ¿Sonreirá mamá? ¿Dirá que ya me vio arreglando mi vida? Fue Jaime quien me habló de esos cubos, le diré que fue un amigo, pero no el más gay de todos. O mejor no le cuento de él, después de todo tampoco tiene un cubo, a él le gusta saber de famosos e ir cantabares. A veces ni sé por qué es mi amigo, si soy sincera es el único que se ríe de mis historias románticas. Qué pensaría de mí si me viera a punto de pagar por un juguete de destreza mental. Elegí uno que combina con mi bata, ¡inteligente y bonita! Doy clic en el botón de finalizar compra. ¡Listo, tengo un Cubo Rubik!
Dicen que el cerebro nunca deja de crecer. Claro que a mis treinta y nueve años me puedo volver experta. Debí pedir uno magnético, en una página encontré que son los que giran más rápido. Ahí también ponen que el récord mundial es de un chico de veintidós años con autismo: tres punto ciento treinta y cuatro segundos. ¿Tres segundos? ¿Es posible? Veo el video varias veces. ¿Cómo puede alguien mover las manos a esa velocidad? Encuentro tutoriales. Entiendo poco. Todo se puede aprender. Ya veremos cuando llegue. Si alguna vez tengo un hijo puedo hablarle de ese chico y prestarle mi cubo. ¡Ah, pero que tenga cuidado! ¡No es un juguete de niños! Mi hijo va a aprender a respetar las cosas de su madre. Mis libros, por ejemplo, nada de andar rayándolos y claro, mi Cubo Rubik tan bonito de colores pastel.

Una semana después recibo un mensaje de texto de mamá.

Tienes un paquete aquí guardado desde
hace días
A ver si así vienes a verme
no te acuerdas de tu madre




¡Mi cubo Rubik! ¡Lo había olvidado por completo! He estado tan ocupada, llena de pendientes. Ya viene el cumpleaños de Jaime y quiere que cante, ¡me da tanta pena!

Paso hoy mismo, mamá. Cómo estás?

No hay respuesta, imagino la larga retahíla que me espera cuando llegue a su casa. ¡Ah, pero cuando abra el paquete! Seguro espera ver crema para depilar, mascarillas o una novela nueva. ¡Se va a quedar muda!

Después de cena y chismes, abro la caja. El cubo viene envuelto en papel burbuja. Lo saco y lo juego entre mis manos. Mis dedos giran los rosas, amarillos y azules. Con cada movimiento siento mi vida a punto de cambiar. Le doy vueltas, tratando de no prestar atención a la mirada de mi madre que se ha quedado callada. ¿Qué estará pensando? ¿La he sorprendido? Giro el cubo sin mucha idea de qué hacer. Con tiempo y dedicación lo puedo averiguar, el camino empieza con un paso, ¿no es lo que dicen? Prometo no abandonarlo como el bordado o la acuarela, o mi sueño de aprender italiano o cuando compré ese set para hacer cerámica. Esas cosas no eran para mí, pero un juguete así tan bonito, de gente tan inteligente. Sí, siempre he pensado que es para niños listos, de esos que aman las tareas y usan lentes desde pequeños. Yo empecé a usar lentes ya grande, pero eso fue porque mi mamá no me llevó al oculista cuando le decía que no veía, no me creía. Pude haber sido más inteligente, pero la verdad es que los lentes los empecé a usar ya pasados los dieciséis.
Mamá me llama loca primero, luego pregunta si es regalo para un novio, luego dice que rosa no y que si es regalo para la hija de algún novio. Que si ya ando con hombres casados. ¡Me agota mamá! ¿No entiende que quiero cambiar? Dejarme de historias románticas, ¿aprender algo nuevo? Jamás entenderá mi gusto por los rompecabezas y como casi todo en mi vida, no siento ganas de explicarle. Le doy un beso y me despido. No, no tengo tiempo de café y no quiero saber nada de mis tías. Guardo mi hermoso juguete en el bolso y me voy.

Camino feliz, el aire huele diferente y la ciudad se ve tan linda. Voy pensando en la gente que conoceré cuando empiece a aprender. Ya puedo decir: mira, mi Cubo Rubik, ¿sabías que es el segundo producto más vendido en el mundo? Sí, nos gusta a muchos.
Llego a casa y limpio un espacio en la repisa de la sala. Ahí junto a mi maceta favorita, donde no alcanzan los gatos; ahí se quedará tan brillante y nuevo, luciendo sus colores pastel.

2 comentarios

  1. Felicidades Ana, me cautivó la historia. Me hiciste recordar mi cubo al que nunca dominé!!

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