Transitar el dolor y la oscuridad

Leer a Enid Carrillo es adentrarse en la oscuridad; no una oscuridad cualquiera, hablo de esa oscuridad íntima, subterránea, primitiva, que anida en las profundidades del alma.

Deseos retorcidos e inconfesables, sombras que habitan entretejidas entre los huesos, sueños catastróficos, apetitos insaciables, furia nacida de la tragedia; pasiones turbulentas a las que sucumben los personajes que pueblan las historias de Como un fruto herido, publicado por Casa Futura Ediciones en 2024.

Catorce relatos organizados en cuatro secciones, «Raíz que engreda raíz», «Jaulas de maleza», «Oscurecimiento de la luz», «Hojas que se vuelven alas», componen la más reciente antología de la escritora hidalguense Enid Carrillo, su segunda obra publicada tras La noche nunca termina, Premio Estatal de cuento Ricardo Garibay 2018.

En los cuentos que recorren las páginas de Como un fruto herido, la autora explora todo tipo de temas dolorosos y coincidentes: muerte, depresión, pérdida, abuso, lujuria… Casi siempre desde la mirada femenina de sus protagonistas; mujeres que luchan por liberarse de sus respectivas jaulas, sea en el propio seno familiar, en los roles asignados por la tradición, o incluso bajo los escombros de un derrumbe. Mujeres que buscan satisfacer el apetito que sus cuerpos les exigen o se arrojan a las llamas de la pasión hasta ser consumidas (literalmente) por ellas. Mujeres dispuestas a realizar el sacrificio, a cobrar venganza para acallar el dolor de la ausencia, a enfrentarse a un mundo que responde con la misma violencia (cual espejo que les devuelve el reflejo de ellas mismas) en la forma de catástrofes naturales o plantas y animales agoreros.

El elemento fantástico también se hace presente en el libro, no de forma simbólica o como una metáfora; está ahí, aunque en un principio no podamos verlo. Las narraciones de Enid nos sitúan en espacios cotidianos a partir de los cuales irrumpe lo extraño, lo inquietante, lo sobrenatural; esa magia inherente al mundo que siempre termina por manifestarse de una u otra manera. Se trata, en palabras de la autora, de “la herida fantástica”; un desgarro, una grieta a través de la cual podemos mirar aquello que la narrativa mimética deja fuera; cosas que sólo lo fantástico puede desvelar y que, lejos de llevarnos a realidades ajenas, nos descubre nuestra propia realidad en su verdadera dimensión: ambigua, oscura y luminosa a un tiempo.

Para Enid la herida fantástica es necesaria cuando escribe; es el medio por el cual se desenvuelve el dialogo entre luz y sombra, entre la superficie y lo subterráneo, entre lo visible y lo que está oculto; es el cristal desde el que podemos mirar los territorios únicos que la pluma de Enid construye en Como un fruto herido. Territorios que cobran vida gracias a una prosa evocativa y sensorial, como no podía ser de otra manera, pues estos son cuentos que transitan el dolor, el miedo, la ira. Pero, más allá de un desencanto por la vida, lo que encontramos al final es un afán por seguir adelante, por sobrevivir incluso a los escenarios más escabrosos.

Enid Carrillo encuentra belleza en la oscuridad de las cosas. Acudiendo una vez más a las propias palabras de la autora: “la oscuridad es lo que necesitan las semillas para poder crear vida”. Crecer y madurar sólo es posible a través de la adversidad. Atreverse a explorar el dolor que nos habita es permitir que esas semillas, nacidas en la carne blanda de frutos heridos, germinen, maduren y encuentren su camino ascendente hacia la vida.

Casa Futura Ediciones es una editorial independiente que apuesta fuerte por los géneros no miméticos. En sus pocos años de vida, ya ha publicado grandes títulos de la mano de autores emergentes y algunas de las plumas más sobresalientes del medio; lo que le ha ganado, sin lugar a dudas, un merecido prestigio entre las letras especulativas mexicanas.  

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