Preámbulo de una tristeza y otros poemas

Todo

Me gusta observarte al alba o cuando la luna galopa.
Callar tu palabra con un beso ensordecido.
Que pienses que te voy a dejar,
para al instante consolarte diciéndote lo contrario.
Pasarte los dedos suavemente entre el cabello y el alma.
Y que sepas que la noche, se hizo para nosotros.

Que el olor de la lluvia nos regala suspiros por el tiempo perdido.
Y sin haber peleado; reconciliarnos sin ropa.
Sentir que te entrego mis fuerzas.

Me gusta mirarte a través del espejo
y después cerciorarme que no hay más como tú.

Cómo quisiera que seas la última persona que vea cuando muera.
Así, todo habrá valido la pena.

Ángulo perfecto

Y me haces tuya con tu cuerpo
y desaparece el inmenso cosmos en mi pecho.
Sentada, afuera me espera el ocaso; fiel, siempre fiel,
donde se duermen mis sueños.

Tómame y habítame los días que quieras para sanarte,
que no me canso de ser el amor de tu vida.
Ámame en cielos triturados, en el ángulo perfecto.

Búscame en tus ojos pues me he perdido en ellos.
Soy esclava de tus suspiros eternos.
¡Márchate, pero no me dejes!
Ánclate en mi espalda y que la lluvia de tu fuerza
y tu hombro doliente me empapen todos los versos.
Observa mi alma y quédate en silencio.

Preámbulo de una tristeza

Naufrago en la melancolía de palabras acumuladas
en el mar de mis labios, que solo surgen en soledad.
El dolor me atraviesa como bala certera,
quebrantando mi pecho,
antes henchido de amor.

Quisiera suplirte con otros brazos
que mitiguen este desconsuelo por tu ausencia,
pero ni otros besos me bastarían,
es imposible.
Nada matará mi tristeza.

Voy como pájaro herido,
sollozando,
esperando el gélido final.