Por si la muerte

Ella entiende,

musita sus pequeñas grandezas

con voz de cebolla marchita

y sin prisas,

puede que la vida termine

pero no hay cotos en la eternidad.

Va y viene, quehaceres la abruman,

conviene tener todo en orden

por si la muerte,

para saludarla con gracia

y un hogar preparado.

Siempre mujer, siempre devota,

su mundo se extingue;

cada nueva floración

tiene sus dioses

y rechaza memorias

y ancestros.

Espera el llamado,

quiere descansar

los dolores,

las dudas,

esos lentos días

en que otros corren o vuelan.

Vivirá para siempre, sabe.

Pero no aquí donde todo se cae.

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