Cien años ya desde aquel fatídico día en que aconteció mi muerte. He olvidado la sutileza de estar vivo. Soy apenas el viento que queda atrapado cuando cierras la ventana del cuarto. Esta habitación que fue mía y que ahora te resguarda. Te veo, sin que sepas siquiera que existo. Contra el tiempo y el destino, permanezco. Insensato, irresoluble, atrapado en un eco, un recuerdo que ha dejado de ser evocado: el vestigio de otras épocas, otras vidas. Te miro existir en el lugar que alguna vez albergó mi sueño. Bajo las vigas que fueron mi hogar.
El tiempo ha perdido constancia. El espacio no me significa. Estoy, pero nunca estoy. La luz no se refleja más en mi superficie, la materia le ha sido negada a mi tacto. Lo veo todo, pero ya no puedo apreciarlo. Intuyo que pasas por la puerta del estudio, pero no distingo el golpe de tus pies contra el suelo. 
Vienes a mí y abres la ventana, la luz matutina ilumina tu cara. Tu sonrisa es suave, imagino que hueles a flores y a frío. No hay aroma alguno que pertenezca a este sitio en el que yo me muevo. Ni el perfume que en ti imagino, ni el olor del moho que se esconde en los rincones de nuestra casa. 
Todo es antiguo alrededor de mí. Todo se marchita, se oxida y perece. Todo se reintegra a la Tierra, excepto yo. Lo hizo mi cuerpo, mi piel y mis dientes, el corazón que me animaba y los intestinos que me procuraban sustento; mas no así mi mente agitada que aún rebota entre estas paredes. No mi agotada esencia, condenada a mirarte mientras duermes. 
¿Te quedarás en esta casa? ¿Cuál de sus imanes te aferra? ¿Qué ocultas en su penumbra? Si tuviera voz, te imploraría que te marcharas. 
—Huye —te diría en un murmullo —sal de este cuarto y de su sortilegio que termina en prisión. Olvida el tesoro que crees haber encontrado en sus muros y la calma de sus jardines. Guarda tus deseos y tus miedos, y huye ahora, mientras hay vida en ti. 
Si te quedas, cuando tu corazón bombee por última vez, seguirás nuestro destino y te unirás a esta energía disforme, al cúmulo de voces de los que seguimos aquí, a un vapor hecho de memorias que ya no conservan nada, a visiones que son un bucle eterno, a una sospecha, al paso de una sombra; a mí, al fantasma de tu habitación.

Ferviente lectora de lo extraño y lo inusual. Amante de monstruos y extrañezas. Activa participante de talleres de escritura e incansable compradora de libros. Algunos de sus relatos y poemas han sido publicados en proyectos como Cuentística, Penumbria, Especulativas y Lengua de Diablo.
