No presioné el botón de enviar

Comencé a escribir esta carta en un WhatsApp el día que te incineraron, pero no tuve el valor de presionar el botón de enviar. En esas palabras te contaba que había venido tu hermano Rolando. Fuimos a comer a Toks. Nos acompañó todo el tiempo que pudo y en la tarde lo llevamos a la terminal. Antes de regresar a Puebla nos dejó un sobre con dinero. Ese gesto me dejó pensando en el agradecimiento que te tenía por todo el apoyo que le diste. Te hiciste cargo de él en la infancia, lo apoyaste con su ortodoncia que duró años, pagaste su universidad, en fin, le ayudaste siempre. Más que un hermano fuiste un padre.
Alguna vez te escuché decir que un hombre deja de ser hijo cuando se muere el padre. Ser hijo tiene todas las ventajas, pero haber sido tuyo fue lo mejor. Gracias. Aquella vez no pude terminar esa carta, comprenderás que ese día fue más que difícil. Con el tiempo abandoné la idea de mandarte un mensaje de despedida y la cotidianidad termina por acapararlo todo.

*

Viejito, me acabo de comprar un pan de muerto muy sabroso. Sucede que una vecina trajo varias cajas repletas, de esas que sirven para transportar los huevos. Ella dice que es artesanal y de Guerrero, además que lo hacen sus familiares de por allá. Hay panes que se llaman coloraditos y unas empanadas rellenas camote morado que estoy seguro te habrían gustado. Mary, la vecina, viajó el mismo día que fue el presidente a Guerrero; lo bueno es que ella se quedó en Chilpancingo y llegó bien. Se fueron temprano iban preocupados por sus familiares, por suerte a ellos no les pasó nada. Lo que tú no sabes es que hace unos días entró un huracán y devastó Acapulco. Acá en la ciudad tuvimos varios días de lluvia y hacía frío como el que hace en diciembre. Otis fue el nombre que le dieron al huracán, el primero de categoría cinco en golpear a México; no te puedes imaginar la destrucción que dejó a su paso.
El fin de semana fui a Atlixco, ¿conociste la Villa Iluminada, verdad? Pues imagina que ahora hicieron unas catrinas gigantes y las acomodaron por todo el pueblo. La atracción más espectacular es una catrina monumental que colocaron en el centro de un cultivo de flores de Cempasúchil. Dicen los empresarios que el éxito superó por mucho al obtenido en Navidad.
En otras noticias, viejito, —como dicen en la tele— tu nieta ya salió de la universidad, hizo el examen de Ceneval para titularse y pasó sin problemas. Tu nieto sigue estudiando y va muy bien, los dos viven juntos en Querétaro, ¿quién lo diría, verdad? Estoy seguro que estarías muy orgulloso de ellos.
¿Qué más te cuento? Sigo trabajando en la novela que te conté, ya sé, no me regañes, ha pasado tiempo, pero también muchas cosas. Me metí a estudiar otra carrera, ¿tú crees? Ahí voy, poco a poco, apenas terminando el primer semestre. Le echaré ganas para que estés orgulloso de mí.
Este año a los Aztecas de la UDLAP les ha ido muy mal, con decirte que perdieron contra los Borregos de Puebla, ¿tú crees? En la NFL la verdad no estoy enterado, supongo que los Jefes serán favoritos, lo que sí te puedo decir es que el Supertazón será en Las Vegas y un tal Usher será el atractivo del medio tiempo. ¿Qué quién es ese? No tengo ni la menor idea.
En el fútbol nacional el América va de super líder, lo siento mucho viejito. Tus Pumas creo que van en el puesto seis, pero seguro se cuelan a la liguilla. No me atrevo a dar ningún pronóstico, no me preguntes eso, ya se verá el 17 de diciembre cuando se juegue la final del torneo.
A tu mejor amigo, El Nico, lo atrapó el cáncer, la ha pasado muy mal, mi hermano de vez en cuando le llama para saber cómo va. Me temo que las noticias no son buenas. Creo que también te extraña y quizá pronto se vuelvan a ver. Tu socio Mauricio de vez en cuando llama para saber si no se ofrece algo, si todo está bien en casa. Ely o mi hermano le contestan y le hacen algo de plática, se nota que también te extraña.
Han pasado muchas cosas, viejito, cosas que se fueron sumando a las horas, días, semanas, meses y aquí estamos hoy. Mi cuate Max me invitó a leer algo hoy 1 de noviembre. Al evento lo llamó “Lectura para mis muertos” y aquí estoy, pá, recordando cuando el COVID cerró tus ojos para siempre y tu muerte fue para los que te amamos un huracán. Aún después de tres años no estoy preparado para tu ausencia. ¿Cuántas historias se quedaron sin ser contadas? ¿Cuántas botellas sin ser descorchadas? ¿Cuántas finales de fútbol sin ser celebradas?

2 comentarios

  1. Tuve la oportunidad de escucharte, una carta muy emotiva pues mi madre y su esposo fallecieron por el Covit y tu escrito me movió mucho. Gracias por compartir. Felicidades escribes muy bien, sigue haciéndolo. 👍😃

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *