Mexinvasión

Era la primera vez que México competía en las ligas mayores de la astronomía. Steeven Yok no solo era inteligente y un apasionado por el espacio, también era multimillonario. Su fortuna la había incrementado con las ganancias de sus fábricas de armas y piezas mecánicas para cohetes espaciales. Las comerciaba con Estados Unidos.
Aunque su nombre y apellido provenían del extranjero, Steeven era mexicano. Sus logros habían puesto al país en la mira del mundo. El más importante: conformó una tripulación mexicana para llegar a Marte. China, Estados Unidos y México, lanzaron sus cohetes al mismo tiempo. Pero Steeven tenía todo calculado, él y la tripulación pudieron llegar con un mes de ventaja. Al bajar de la nave encontraron vida. Seres parecidos a cerdos, pero caminando en dos patas. En el encuentro, los marcianos corrían a todos lados con terror. Con eso, la tripulación notó que sería fácil instalarse.
Cuando los astronautas de China, el segundo país en llegar al planeta rojo, bajaron de su nave, vieron una bandera mexicana gigante ondeando encima de una base militar que no dejaba ver el paisaje extraterrestre. A la izquierda se asomaba la torre de una cárcel; a la derecha, había fosas con cuerpos mutilados de marcianos. Enfrente, un astronauta mexicano caminaba hacia ellos dándoles la bienvenida con una sonrisa. Los chinos no entendían lo que estaba delante de sus ojos, trataban de imaginar el porqué de la prisión, que más bien parecía una mazmorra. No se quisieron quedar con la duda, preguntaron y el mexi-astronauta respondió: “tenemos en una celda a Jorge, abusó de marcianos; en otra a Raúl, ya había hecho tratos con los narcos de su colonia para que a su regreso pudieran traficar con cuerpos de Marte”.

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