Mazapán

Qué mal jugada la del Creador,
cuando en mi receta quiso apelmazar el azúcar,
cuando se fue al huerto para sacar el cacahuate
y decidió molerlo hasta su polvo.

Qué mal jugada la consistencia de esta dulce morona,
de esta azúcar atrapada en el frágil-amargo-celofán
tanto ruido, tanto diáfano,
tanto cubierta inútil para quienes son de carne.

No tengo fuerza suficiente para romper la envoltura
para mantener unidos los ingredientes
para no caer polvo y diluirme entre las calles.
No alcanzo un cúmulo de mis partes
a rozar el labio del infante que alguna vez,
azucarar tus sabores,
acariciar tus nombres.

Me asomo y me desprendo,
de estas otras partes que eran mías,
de estos órganos y miembros.
Y recuerdo el cóncavo de Sus manos
dando artesana forma a mis suspiros,
a la legumbre árida y al dulzor.
Recuerdo la delicadeza de Su obra
y soy el frágil resultado.

(Aún no me formas y ya mis partículas se vencen).

Soy polvo y una receta un tanto torpe.
Un sabor recurrente.
Un dulce que no tiene cuerpo.


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