Hola, buenas noches, ya estás aquí nuevamente. No creí que fueras tan valiente, como para regresar después de lo sucedido.
Qué bien recuerdo el momento preciso en que ayer entraste, como todos los días a la sala de autopsias: muertos, muchos muertos por todos lados.
Los compañeros del turno de la mañana siempre descuidados y negligentes habían dejado varios cuerpos sin preparar; pero eso te gustaba, el aroma a formol no ayudaba a disfrutarlos y tenías que apresurar tu clímax, antes que te vencieran las náuseas.
Si tan sólo pudieras hacerlo con seres vivientes sería mucho más sencillo, pero desde la Facultad, cuando quisiste conquistar a Genaro y todo resultó mal, decidiste que es más fácil hacerlo con estos seres dóciles, inmóviles, indefensos, que no te gritarán, ni te llamarán puto, que no te golpearán ni pregonarán a gritos que eres un degenerado.
Y tu carrera: salvada por un pelito. Ahora eres reconocido como un excelente médico forense. Y el hecho de que aceptaras el turno de la noche, cómo ha mejorado la relación con los demás compañeros a quienes les afectaba mucho pasarse la noche entera tratando de determinar la causa de muerte de tantos y tantos cadáveres.
Ayer fue tan especial. No se me olvida el placer que sentiste al descubrir a ese muchacho recién muerto, tan hermoso, de piel fresca y limpia. Lo acababan de traer, y ni siquiera habían tenido tiempo de desnudarlo totalmente, bueno, así sería más emocionante. Te encargaste de quitarle la playera con ese grabado tan sugerente, de voltearlo y acomodarlo como preferías, aunque fue difícil y tardado como siempre, tenías la noche por delante. Era increíble, aún quedaba en su piel un poco del aroma del perfume que seguramente usaba para ir a las fiestas.
Empezaste a acariciarlo, y sentías que aún no se enfriaba totalmente. Después de tus jugueteos y escarceos amorosos, al momento justo de penetrarlo, fue cuando todo pasó: se despertó y empezó a gritar: No, no podía ser: te había tocado un cataléptico.
Ma. Guadalupe Rangel Dávalos.
Nací hace 70 años en la Ciudad de México.
Profesión: Psicóloga y Lic. en Derecho.
Jubilada del DIF Nacional.
Trabajos de Escritura: CUENTOS 1996; UNA HISTORIA COMO TANTAS; ICONOCLASIA; MINIFICCIONES,
CUENTOS Y SORPRESAS
Finalista en el concurso “LA HISTORIA QUE SOÑÉ” convocada por la estación de radio XEW en el año 1976.
Interesante relato con un final inesperado.