Los encementados

¡Se mataron dos personas en la carretera de “los Alcanfores”! También hubo varios heridos —nos dijo Vicente ese domingo que los fui a visitar para pasar un rato agradable con aquellos amigos que no veía desde hace mucho tiempo.

—Aquí, siempre por estas fechas hay accidentes— dijo Chabela, la esposa de Vicente— regularmente cada mes de noviembre la huesuda visita la autopista: por estas fechas nos vamos enterando de que hubo algún choque, algún auto se desbarrancó o algún otro accidente donde hay muertos.

—Si, a los pocos días después de que inauguraron la carretera, fue el primer accidente, muy feo y con varios muertos, bien que me acuerdo, porque precisamente fue casi cuando compramos esta casa y nos venimos a vivir aquí —añadió Vicente— esa nueva carretera ayudó para que estuviéramos mejor comunicados y nos pudiéramos trasladar mejor para nuestros trabajos, ya ves que antes el camino estaba bien feo, era muy difícil transitarlo, por eso me animé a comprar casa aquí.

¡Vaya coincidencias!, me dije yo mismo y vienen los recuerdos de hace casi 40 años cuando yo estaba por terminar la carrera de Ingeniero Civil y hacía mis prácticas profesionales en esa gran constructora que llevaba una super obra para el Gobierno del Estado.

En esa época de estudiante, fui a las oficinas de la facultad de Ingeniería para recoger la hoja donde me indicarían en qué lugar me tocaría hacer mis prácticas profesionales ¡Tremenda sorpresa me llevé al ver que me habían asignado a una empresa muy exitosa, empresa llena de oportunidades, la empresa que yo había solicitado!

Al otro día muy contento me dirigí a la Constructora, ya ansiaba empezar. Después de unos días, me di cuenta de que habían ganado la licitación para hacer la obra más grande que el gobierno había prometido: la super autopista “Los alcanfores”

A los pocos días, se empezaron a hacer los trabajos para la construcción. Yo me trasladé junto con los topógrafos para ver el terreno que estaba en el monte, monte que nos miraba retándonos; y aunque los trabajadores seguramente también lo sintieron, ignoramos la sensación de alerta.

Inició el ambicioso proyecto y se pusieron unas enormes columnas para sostener la carretera. Justo acabábamos de colar cuando de pronto se escuchó un fuerte estruendo y la incipiente obra se derrumbó ante los ojos atónitos del equipo. Hubo enojos, regaños y hasta despidos. Después de una minuciosa revisión del proyecto, se realizó nuevamente la obra, pero al llegar al punto donde iniciaban las columnas y sostenían la carretera, ésta se derrumbó nuevamente sin razón alguna.

Empezaron a decir que había una maldición o algo parecido. Los compañeros preocupados por sus trabajos pensaron que era buena idea ir con algún brujo o espiritista para ver como podían alejar ese mal y poder seguir trabajando.

—Yo conozco un brujo que nos puede ayudar, está por Tepoztlán— dijo el arqui Mario.

— ¿Y creen que si sea necesario? Contesto la Inge. Ale, arqueando sus cejas.

— Pues hay que hacerlo, nada perdemos— Dijo el Sr. Carlos— hay que ir antes de empezar la obra nuevamente.

El inge Felipe, que era nuestro jefe, los oía con curiosidad y aceptó esa sugerencia, pues nada perdía con intentar lo que fuera para que sus hombres siguieran trabajando.

Yo andaba junto con todo el equipo y un día nos decidimos a ir a consultar con la bruja que nos recomendaron en Tepoztlán. Nos subimos a un auto y todos apretados nos fuimos a ese pueblo mágico.

Llegamos a una casa que se veía como cualquiera, solo que en el patio había varias sillas y muchas personas esperando. Nos anotamos en una lista para la esperada consulta.

Después de mucho tiempo y muchas personas que pasaron antes que nosotros, salió una señora gordita de pelo negro y chino y llamo a mi jefe, el ing. Felipe. Él se metió al interior de la casa y estuvo como una media hora, después salió con una cara de asombro que nos dejó con muchas interrogantes.

Yo fui el primero en querer saber lo que había pasado.

—Cuéntanos Felipe, ¿qué te dijeron?

—¡Todo fue tan extraño! —dijo él, al entrar al consultorio vi muchas imágenes de santos colocados en todos partes y muchas veladoras de varios colores en los altares, en el piso y un olor a incienso y pachuli que venía de unos incensarios que estaban al pie del altar principal. Al lado estaba sentada en una silla una señora robusta de piel blanca y pelo güero, con los ojos cerrados y las manos extendidas posando en sus rodillas…

—¿No te dió miedo? —le dije muy intrigado.

—Más bien me sentía desconcertado, y ella con voz muy quedita me dijo: ¿En qué te puedo ayudar hermanito?, yo sin vacilar le dije a lo que había ido: fíjese que vine para que me ayude, me la recomendaron mucho; hay un problema que nos afecta a todos los que trabajamos en una obra. Me refiero a la obra de la autopista “Los Alcanfores”, mi equipo está trabajando en esa carretera y precisamente cuando colamos donde están las columnas que sostienen la obra, se cae toda la construcción.

Después de un largo silencio, me dijo que en ese lugar había un ente muy fuerte y enojado porque se estaban metiendo en sus territorios y para dejarnos continuar con la obra, era necesario que se encementaron a unas cien personas, que murieran para que cargaran esas columnas y quedaran ahí por todos los tiempos. Eso pide el maligno ser para que nos deje continuar con el trabajo sin ningún problema. Tiene que estar esta ofrenda ya para el viernes de luna llena que es casi en un mes.

Después de escucharlo, nos quedamos un poco sorprendidos y hasta incrédulos, ¿Qué podríamos hacer para cumplir con esto y continuar con la obra? No nos atrevíamos a matar gente y ofrendarla como lo había dicho la bruja, pero tampoco queríamos perder ese trabajo y para mí era importantísimo por mi carrera profesional.

Nos fuimos todos con el pensamiento atormentado por saber cómo podríamos resolver ese problema.

Al otro día, aún impresionados, estuvimos comentando lo que nos había dicho la bruja. El Ing. Felipe aun no estaba convencido de lo que había visto y hasta lo tomó un poco a broma, él no creía en esas cosas.

—¿Que piensan de lo que nos dijeron? —dijo Ale

—Eso que nos dicen no es posible, es como creer que, si existen los extraterrestres, —contestó Felipe

—Pero fuimos a eso, a ver una solución —dijo Ale

—No sé cómo podríamos encementar a personas, sin que las busquen —comentó Carlos.

—Por si o por no, hay que hacer algo —sugirió Ale

—Ya sé —dijo Felipe —hay que buscar algunos borrachitos, de esos que andan solos en las calles de otros pueblos, indigentes que nadie los busca y los traemos para acá, ni cuenta se darán cuando les esté cayendo el cemento encima, solo unos cuantos, no todos los que nos pide y así de alguna forma cumpliremos con eso y ya podremos continuar con la obra.

—¿Lo decía en serio Felipe? Se escuchaba muy macabro como algunas de las historias de La mano peluda.

Pensamos que tal vez de alguna forma cumpliríamos con lo que nos dijo la bruja, además no creíamos totalmente lo del ser que vivía ahí, vimos como una buena opción esa propuesta. Ese mismo día nos fuimos a cazar posibles víctimas a un pueblo un poco retirado de ahí.

Seguimos con el plan para que el siguiente viernes de luna llena, que sería casi en un mes, ya estuviera la ofrenda que pedía el malvado ente.

Encontramos algunos borrachitos indigentes que se paseaban enajenados del mundo, los llevamos con engaños a nuestra obra y cuando estaban bien perdidos de borrachos, los acomodamos en algunas columnas que se colarían, los tocamos de los brazos y la cara fuertemente y vimos que no sentían nada, ni siquiera se movían y poco a poco se fueron perdiendo entre el cemento que sería su lapida, así quedaron bien desaparecidos y nadie se dio cuenta. Después de esto parecía que ya lo habíamos logrado porque continuamos la construcción de la obra sin ningún problema.

Conforme avanzaba la obra, vimos que el ing. Felipe cada día se veía más desmejorado, su cuerpo se empezó a pegar a sus huesos y su cara cada vez se hacía más esquelética.

—¿Qué te pasa Felipe? Cada día te miramos más delgado y tu semblante se ve muy cansado —le pregunto el arqui Mario

—Sí, cada día me siento más cansado, porque casi no duermo, duermo y tengo pesadillas, pesadillas con seres demoniacos que no me dejan dormir.

—Pues yo creo que eso lo podríamos ver en otra consulta donde fuimos a Tepoztlán, parece como un caso para los brujos.

—Cuenten conmigo, yo también voy —les comenté.

Quedamos en ir el siguiente martes, para no dejar pasar más tiempo porque cada vez, veíamos peor a Felipe. Agarramos nuevamente la carretera y después de varios kilómetros empezamos a ver los enigmáticos cerros que tenía el pintoresco pueblo empedrado lleno de tiendas de artesanías. Regresamos al famoso consultorio de la bruja para que lo revisara y lo anotamos para pasar.

Cuando salió, se veía muy desconcertado, hasta ido.

—¿Qué te dijeron? —Le pregunto el Sr. Carlos

—¡No lo van a creer! —dijo Felipe —yo no creía en esto que nos había dicho al principio, que había un ente y que teníamos que encementar a esa cantidad de muertos que pedía para que esos muertitos cargaran la obra como ofrenda y como pusimos solo unos cuantos borrachitos y pudimos continuar sin problema, yo creía que solo era como un engaño para nosotros, porque la verdad yo no creía en nada de eso, pero al sentirme tan mal y no poder casi dormir por las pesadillas, ya voy creyendo. Me dijo que quisimos engañar al malvado ser y que yo mismo seré parte de la cuota de la ofrenda que quedo pendiente y el ser malvado se cobrara a través de los tiempos con los que manejen por esa carretera.

Tiempo después terminamos la obra sin ningún contratiempo y la “autopista Los Alcanfores” se inauguró con bomba y platillo por el mes de noviembre, fue una gran obra en su tiempo. Felipe estaba cada día más delicado de salud y unos días después de la inauguración murió. Poco después ocurrió el primer aparatoso accidente, accidente por el mes de noviembre, y se repetiría cada noviembre de cada año.

No pude evitar acordarme de todo esto porque casi cuarenta años han pasado y aun no puedo creer que las personas continúen diciendo estas cosas: ¡Se mataron dos personas en la carretera de “los alcanfores”!

3 comentarios

  1. Me llevaste en el relato de paisaje en paisaje, hasta pude percibir el aroma de las velas e inciensos, y el temor de los personajes de la historia.
    ¡felicidades!

  2. Hola .Mi Nombre es Maria del Carmen Rubalcava .Mi comentario es que leí hasta el final esta crónica , creo así se llama o corrijan por facluso la leí vor…es interesante 🤔 la leí de un jalón hasta deje mi trabajo de hacer …tengo yo una historia de ese brujo de Tepoztlan es de mi Madre y ella murió antes de Pandemia pero dijo cosas muy interesantes que si sucedieron …Atte.Maria del Carmen Rubalcava.

  3. Felicidades Dalia!!! Tu narrativa refresca la memoria y las reflexiones del lector fluyen!!!

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