La soledad
deberá ser un bunker
por dónde corra el aire
un cubo de acero y vidrio
en medio de la frialdad del universo
una canción lejana que cubra todo el horizonte de calor
deberá ser lo que se prometió de otras instancias
agua cálida que juegue atravesando el cuerpo
confort en medio del desierto fluorescente
caricia nocturna
Noche clara
noche de espejos
La soledad deberá atemperar tus ojos
la risa suave
la piel
envejecer.
.
La hermosa esdrújula que es tu nombre
la belleza egoísta que te acaricia el cuerpo
el veneno que circunda mis recuerdos,
no existen.
La muerte cálida
no atraviesa tus labios cuando no me nombras
la luz que reflectan tus manos
el cristal de tus palabras
la lanza entre tus dedos,
no existen.
Los dardos de tu adiós
la espada de tu ausencia
el amor, no existen.
Como tampoco deberían existir
la fría tristeza
el llanto seco de todos los días
el recuerdo como una granada a punto de estallar,
este poema
que te canto ahora
tampoco existe.
.
Tenía tantas ganas de llorar el chamaco
que se construyó un lloradal
tenía tanta sed de su sed
tanta risa contenida
tanta tarántula entre ojo y ojo
que se construyó un templo
para sus lágrimas caídas en tristeza
Ah,
horrendo monstruo el de la cobardía
horrendo monstruo que se esconde
bajo la cama
y te pide cobija
horrendo sapo
croando quedamente en tu oído más diestro
horrenda llorona
que se esconde bajo tu manto
y el llanto que no acaba
y el lloradal
con el horrendo monstruo
y el llanto que no acaba
tenía tantas ganas de llorar el chamaco
que mejor se compró una botella de güisqui
para reír sobre el lloradal.

Marco Antonio Gabriel (Guadalajara, Jalisco, 1977) estudió Letras Hispánicas y desde entonces ha dedicado su trabajo a la creación, difusión y edición literaria. Ha publicado 5 libros de poesía además de estar en antologías. Dirige Ediciones el viaje y el fanzine Prisma volante, además de haber fundado El viaje radial. Ha coordinado talleres de poesía y edición, así como ciclos de lectura que han reunido a diversas voces de la literatura contemporánea.