Ven mi amor, déjame abrazarte. Entiendo muy bien por lo que estás
pasando, tres años de compartir la felicidad con Carmelita, y de repente,
como en un torbellino todo se desmoronó.
No, nunca voy a pensar que tus lágrimas sean por debilidad, yo sé
que así te lo han dicho muchas personas sin criterio, pero cariño, recuerda
que yo soy psicóloga y tanto mis estudios como mi experiencia, me
permiten decirte que las lágrimas son el mejor tubo de escape para las
penas. Llora, llora y desahógate.
Ahora que ya estás más tranquilo, te voy a contar una anécdota que
seguramente ya no recuerdas. Era diciembre del año 2000, y para mayor
exactitud, doce. Esa fecha, la favorita de tu abuelo, fue la que escogieron
tus papás para que hicieras la primera comunión.
Después de la ceremonia religiosa, nos fuimos a celebrar a un
saloncito que se llama Planta de Luz, o cuando menos así se llamaba hace
treinta años.
Bueno, lo importante es que estuvimos felices y se nos hizo tan tarde,
que casi nos corrieron para arreglar el lugar, pues en la noche presentaba
un show muy gracioso el señor Germán Dehesa. Obviamente era para
adultos, pero como habíamos estado ahí durante toda la tarde, nos
permitieron presenciar el espectáculo, gratis —incluyéndote a pesar de ser
un peque.
Si, ya sé que te estás desesperando, pero déjame seguir y verás que
en realidad esta historia viene justo para el momento.
Dentro del show, contó una historia, como vivencia personal. Se
trataba de cuando era chiquito y cada vez que se reunían sus tías; siempre
salían a colación los comentarios sobre algún hombre de esa familia o a
algún conocido, se lo había llevado una lagartona. Cosa que lo horrorizaba,
ya que, en su mente infantil, se formaban toda clase de monstruos, alados o
reptiles, con enormes colmillos, y por las noches rezaba y pedía: “diosito,
por favor, cuídame, que a mí no me lleve una lagartona”.
Sobra decir que todos rompimos en alegres carcajadas. En ese
momento, volteaste a mirarme y en tu inocencia, me preguntaste “tía, ¿por
qué se ríen?, a mí también me da mucho miedo una lagartona, fue bueno
que dios cuidó al este señor para que no se lo llevara”
Entonces me di cuenta de que no era un lugar muy apropiado para ti,
y nos salimos.
Y ahora, mi ya no pequeño, tu matrimonio se terminó, perdiste la
custodia de tu hijita y todo porque la esposa de tu jefe se encaprichó
contigo. Finalmente, a ti sí te atrapó una lagartona.

Ma. Guadalupe Rangel Dávalos.
Nací hace 70 años en la Ciudad de México.
Profesión: Psicóloga y Lic. en Derecho.
Jubilada del DIF Nacional.
Trabajos de Escritura: CUENTOS 1996; UNA HISTORIA COMO TANTAS; ICONOCLASIA; MINIFICCIONES,
CUENTOS Y SORPRESAS
Finalista en el concurso “LA HISTORIA QUE SOÑÉ” convocada por la estación de radio XEW en el año 1976.