El 15 de septiembre 1977 a las 11:23 pm, exactamente por setenta y dos segundos, un joven científico de la NASA, recibió una señal de origen extraterrestre proveniente de la constelación de Sagitario.
Sorprendido por su descubrimiento, el único nombre que el científico pudo darle fue “¡Wow!”, sin embargo, con el pasar del tiempo está mítica señal encontró retractores que estipulaban que aquella frecuencia, no era más que la distorsión de una señal provocada por el mismo hombre.
Aunque plausibles, aquellas teorías no destruyeron la ilusión del pequeño Tadeo Jiménez, quien tras conocer su historia siempre soñó con las múltiples formas de vida que nos esperaban más allá de las estrellas, aquella ilusión, le dio la motivación suficiente para levantarse cada día.
Nacido en el 30 de agosto del 2109, durante la primer gran guerra del agua, Jiménez creció en un mundo lleno de carencias: las cosechas morían, el hambre aumentaba y las nuevas generaciones, solo nacían para convertirse en soldados.
Afortunadamente, Tadeo era diferente al resto de los niños y a los diez años, su alto coeficiente intelectual lo alejó del conflicto y bajo tutela de la NASA, formó parte del programa de investigación que buscaba una solución a nuestro problema.
En las décadas siguientes los miembros del programa lo intentaron todo, semillas alteradas genéticamente para ser más resistentes a las sequías, múltiples formas de desalinizar las aguas del océano y la manipulación atmosférica de los cielos para hacer que lloviera.
Los resultados fueron negativos, las cosechas alteradas eran insípidas y carentes de nutrientes, la desalinización un proceso costoso cuyo financiamiento era mejor invertirse en la guerra y los experimentos en la atmósfera solo hicieron desaparecer a las nubes del cielo.
Era el 31 de febrero del 2134, antes de que todo terminase y el programa de investigación fuese cerrado, Tadeo recordó la vieja historia de la señal “¡Wow!” y en un acto desesperado envió un último mensaje al espacio, pero ya no en una búsqueda por contactar con otras formas de vida, sino un S.O.S a las estrellas, la súplica de auxilio de un niño en un mundo moribundo.
El 27 de abril de 2159. Veinticinco años atrás, Tadeo murió de desnutrición en su natal Jalisco y lo que quedó de la raza humana, se escondió del árido clima de la superficie en los pocos mantos acuíferos que aún existían en el subsuelo, permaneciendo ignorantes de lo que sucedía arriba, de lo que Tadeo había logrado, hasta que ellos los encontraron.
La raza de los “Estelares”, seres hechos de luz, silicón y cristal, escucharon la súplica de Tadeo y vinieron en auxilio de nuestra especie.
El 3 de junio de 2162, tres años después del primer contacto y con ayuda de la tecnología alienígena, logramos restaurar la atmósfera, renovamos con rapidez las fuentes de agua dulce y elaboramos comida suficiente para sustentar a cada ser humano.
El 1 de enero de 2165 el mundo fue salvado, nuevos gobiernos fueron instaurados alrededor del mundo, la alianza Humano-Estelar es más fuerte que nunca y nuestros amigos intergalácticos cuentan con una embajada en cada país del planeta.
Tal vez Tadeo Jiménez nunca sabrá lo que hizo, pero su mensaje, su deseo desesperado por salvar a la tierra, jamás será olvidado en el porvenir de nuestra historia.
Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México, 1994) Escritor, Lic. en comercio internacional y Aduanas, y Técnico analista programador bilingüe. Autor de 2 Novelas “Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl” (Amazon 2019) y “Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo” (Editorial Pathbooks 2020-2022), también 10 libros infantiles por mencionar algunos “Friky Katy”, “¿Tus papás son vampiros?” y “El pequeño Rey”. todos con la editorial Pathbooks y traducidos en 6 idiomas, su más reciente obra una antología de cuentos titulada “Entre Nosotros” (Amazon 2021), ha colaborado en 17 antologías y publicado cuentos, relatos y ensayos en más de 176 revistas y blogs nacionales e internacionales.
Felicitaciones Ronnie. Tu texto invita a la reflexión sobre nuestro comportamiento en casa.