La colección de acuarelas de Leonora González en el Museo Erótico de Cuernavaca

De poco sirven las palabras para explicar o añadir algo sobre los apuntes en acuarela con modelos desnudos de Leonora González. Estas piezas son para verse en vivo y solicitan del espectador una mirada contemplativa y silenciosa para llegar a su punto exacto de apreciación.

Toda la elocuencia de estas piezas no está en un traductor que las describa con palabras sino en la experiencia de quién las mira y se deja llevar por ellas. Un texto sobre esta labor a lo más, no tendría otro sentido que el de localizar esta obra en un panorama cultural y subrayar los valores implícitos de la misma. La acuarela, lo mismo que el pastel no tienen el prestigio del temple, el fresco, el óleo o el acrílico.

Los primeros son sobre papel y tienen el valor de labor, de ensayo, de proceso y habilidad. Los segundos en cambio tienen el valor de obra. Se hacen sobre tela y bastidor, madera, pared o techo y significan el “decir” del artista. Los primeros pueden estar en una gaveta o en una carpeta y los segundos visten o son parte de un edificio. Los primeros son reflexivos y hasta dubitativos y los segundos son institucionales.

Por lo demás, lo mismo que en un idioma, la acuarela marca mucho su “acento”: la fragilidad del papel, la humedad por la que median sus trazos difuminados, sus transparencias y el blanco de un papel poroso que han sido fácilmente adaptados por la cultura turística en souvenirs de ciudades de ensueño o pueblos mágicos.

Los artistas que han logrado pensar en acuarela superando su “acento” son relativamente pocos y con muy diversos objetivos: Los cuadernos del viaje de Argel de Eugene Delacroix, los apuntes de volumen de Auguste Rodin, las transparencias donde mejor se entiende el pensamiento de Paul Cezánne, lo mismo que en Paul Klee en donde la acuarela es su cuerpo de obra. El sentido trágico romántico de Anselm Kiefer y la mejor producción de Eric Fischl entre otros sería el discreto lugar en donde esta técnica supera su condición de habilidad manual.

Las acuarelas de Leonora González no solo responden a la velocidad de un trazo preciso de mucha observación y coordinación sino a una sensibilidad para construir su color. El abanico de su paleta que va de los ocres a los grises, de los rojos a los azules de las aguadas a los contornos con pincel, de estudios elaborados a la mancha de inicio, de representaciones del cuerpo apenas construidos a esbozos de fondo y figura hacen de este conjunto todo un itinerario de la mirada en la que cada pieza es un estado de ánimo en presencia del modelo y no como traducción de una fotografía como hacemos muchos ingenuos.

Actualmente se pueden ver en las redes sociales algunos artistas que usan la acuarela tomando la fotografía de aficionado como modelo y se puede contrastar la diferencia con las sesiones en vivo de Leonora González. Muchas de estas imágenes pertenecen a una cultura de la red y eventualmente será muy difícil distinguir esto de aplicaciones que reproduzcan efectos por medio de la tecnología donde el cuerpo del artista los materiales y los soportes sean substituidos por la tecnología.

La presencialidad es entonces el valor que subrayan estas piezas en donde la artista nos ha sumergido en sus estados anímicos, en donde es necesario estar frente a estas piezas porque subrayan la experiencia que va mas allá de una mera información que se desliza con el índice desde un teléfono móvil para consumirse en menos de dos segundos.

En ese sentido estos apuntes de Leonora González, si se les quiere llamar así, son toda una postura ética de resistencia cultural a nuestras inercias mediatizadas.

Reconozco y felicito a la autora y las personas que hicieron posible esta exposición.

***

Acerca de Leonora González: Originaria de la Ciudad de México, Leonora estudió Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (hoy FAD), donde cursó talleres de grabado en madera y metal, así­ como de pintura.

Trabajó como ilustradora de materiales educativos y de difusión para diversas organizaciones y revistas. A lo largo de su carrera ha obtenido la beca de Jóvenes Creadores, y participó en exposiciones colectivas de pintura y grabado, así como una exposición individual de pintura.

Nota: La colección de 54 acuarelas de Leonora González estará en exhibición hasta los primeros días de Junio en el Museo de Arte Erótico de Cuernavaca, y después empezará un recorrido en otros museos Morelenses y de la CDMX.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *